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En este libro abordaremos el tópico de la esperanza, que es uno de los sentimientos y actitudes del corazón, y una de las más importantes, pues es un deber para el creyente tener esperanza y ponerla en Dios solamente, glorificado y exaltado sea. La esperanza es necesaria para quienes desean complacer a Dios Todopoderoso. Si uno pierde la esperanza en Dios, pronto se verá arruinado, porque el musulmán espera ser perdonado por sus pecados, corregir sus defectos, realizar buenas obras que espera sean aceptadas, y acercarse más a Dios.

 La esperanza en Dios


 Introducción

Todas las alabanzas sean para Dios, Quien da esperanzas al esperanzado, Aquel Cuya complacencia busca el devoto y el bienhechor. Que Dios bendiga y otorgue la paz a nuestro Profeta Muhámmad, a su familia y a sus compañeros, y a todos aquellos que siguen sus pasos hasta el Día de la Resurrección. Le pedimos a Dios que nos conceda Su misericordia a todos, porque Él es ciertamente el Perdonador, el Misericordiosísimo.

En este libro abordaremos el tópico de la esperanza, que es uno de los sentimientos y actitudes del corazón, y una de las más importantes, pues es un deber para el creyente tener esperanza y ponerla en Dios solamente, glorificado y exaltado sea.

La esperanza es necesaria para quienes desean complacer a Dios Todopoderoso. Si uno pierde la esperanza en Dios, pronto se verá arruinado, porque el musulmán espera ser perdonado por sus pecados, corregir sus defectos, realizar buenas obras que espera sean aceptadas, y acercarse más a Dios.

Por lo tanto, la esperanza es uno de los medios más poderosos para acercarse a Dios, como también para permanecer firmes en la religión, especialmente en los tiempos modernos, que están llenos de tentaciones, apetitos, pruebas e incomprensión. Por eso el musulmán debe adquirir todas las buenas actitudes que le ayuden a lograr su cometido, y el más importante de esos medios es la esperanza en Dios.

Debemos comprender la esperanza en una forma correcta para contarnos entre quienes verdaderamente tienen esperanza, porque si entendiéramos por ello algo incorrecto acabaríamos desviados.


 Definición

Lingüísticamente, la esperanza significa esperar o desear algo, con una actitud positiva y activa. En ocasiones, lo que deseamos también puede inspirar otros sentimientos beneficiosos, como el temor reverencial. Dios dijo (traducción del significado):

“¿Qué os sucede que no teméis la grandeza de Allah?” (Corán, 71:13).

La palabras árabe “taryun”, que aquí se ha traducido como ‘temor’, proviene de la raíz ‘raya’, que significa esperanza pero también temor.

Sobre el uso literario religioso, Al-Manawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “La esperanza hace referencia al apego del corazón a lo que uno desea, y este apego es evidente y se refleja en nuestra conducta”[1].

Él también dijo:

“También significa esperar por lo que uno desea que ocurra, y que uno tiene los medios para lograrlo. Estos medios pueden ser algo como conocer el poder de Dios y sentir la fragilidad de la vida humana, y su continua necesidad de la ayuda de Dios”[2].

Ibn al-Qayím (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“La esperanza es cuando el corazón anhela algo y se siente inclinado hacia ello, y en consecuencia uno evita todo lo que entre en conflicto con eso”[3].

Él también dijo:

“La esperanza nos ayuda a conseguir lo que buscamos, que es la complacencia de Dios y la admisión en el Paraíso, y allana el camino para que nuestro viaje sea seguro y beneficioso. También se ha dicho que la esperanza es desear la generosidad y benevolencia de Dios. Y también que la esperanza significa confiar en Dios”[4].

Lo opuesto a la esperanza es desesperar de la ayuda y misericordia de Dios. Caer en la desesperación es un pecado, tal como nos lo informó Dios en el relato del Profeta Jacob (la paz sea con él), cuando le pidió a sus hijos por el Profeta José (la paz sea con él). Dios dijo (traducción del significado):

 “Y revelamos a Moisés el Libro, y después de él enviamos Mensajeros, y concedimos a Jesús, el hijo de María, pruebas evidentes y le fortalecimos con el Espíritu Santo [el Ángel Gabriel]. ¿Es que cada vez que se os presentaba un Mensajero que no satisfacía vuestros deseos os ensoberbecíais y desmentíais a unos, y a otros les matabais?” (Corán, 2:87).

 La diferencia entre la esperanza y el deseo

El musulmán debe aprender a diferenciar entre la esperanza y el mero deseo, porque muchas personas piensan que tienen verdadera esperanza, cuando en realidad lo que sienten no cumple esas características.

La diferencia básica entre ambas cosas es que la esperanza viene acompañada de una actitud positiva y una clara predisposición a esforzarse para lograr lo que se desea, mientras que el deseo a menudo viene acompañado de una actitud de pereza, o de pesimismo, o de un sentimiento contradictorio de desconfianza hacia lo que se desea, o de una negación para esforzarse en aras de aquello que se desea.

Al-Manawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Los deseos pueden ser algo reprobable o cuanto menos carentes de nobleza, pero en cambio la esperanza siempre es elogiable. Esto es porque los deseos no siempre vienen acompañados de una actitud o predisposición correcta. En cambio la esperanza implica pensar positivamente en el futuro y por lo tanto en Dios. Al-Gazali (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “La esperanza, y no el mero deseo, es el punto de partida; porque si el servidor de Dios hace esfuerzos por realizar actos de culto, entonces es porque espera que Dios los aceptará y le perdonará sus incumplimientos, y esta es la verdadera esperanza. Por otra parte, si uno es desatento y evita los actos de culto y obediencia a Dios, comete pecados y no se preocupa acerca de las advertencias de Dios o del castigo que espera a los pecadores y los negligentes, todavía puede que desee que Dios lo admita en el Paraíso y lo rescate del fuego del Infierno. Pero esto no es más que una pretensión infundada, y no puede compararse esto con la verdadera esperanza”[5].

Dios dejó en claro que la esperanza que los creyentes tienen es la que viene acompañada de los actos y de la actitud correcta. Dios dijo (traducción del significado):

“Por cierto que aquellos que creyeron, emigraron y se esforzaron por la causa de Allah son quienes anhelan la misericordia de Allah, y Allah es Absolvedor, Misericordioso.” (Corán 2:218).

Ellos primero creyeron, pero luego emigraron, lucharon en el camino de Dios, y Dios entonces reveló estas palabras, que indican que habiendo hecho esto, ellos tenían esperanza en Él y en Su misericordia.

Dios desestimó el mero deseo, cuando dijo (traducción del significado):

“No será según lo anheléis, ni lo que anhele la Gente del Libro. Quien haya obrado mal será castigado por ello y no encontrará fuera de Allah ningún protector ni socorredor” (Corán, 4:123).

Al-Hásan (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“La fe no se demuestra con el mero deseo, sino que es algo presente en el corazón y sustentado por acciones concretas”[6].

Él también dijo:

“Hubo personas que se distrajeron con los deseos, hasta que dejaron este mundo sin haber realizado ninguna buena obra. Si uno de ellos hubiera dicho: “Yo pensaba bien de Dios y tenía esperanza que me perdonaría”, habría mentido, porque si hubiera tenido verdaderamente esperanza y buenas intenciones, habría actuado en consecuencia”[7].

Las personas honradas de corazón puro se dan cuenta que esta vida mundana es un campo en el cual cultivar, y que la cosecha principal se realizará en el Más Allá; se dan cuenta de que el corazón es como el suelo, y que como el suelo también debe ser sembrado con buenas obras si uno desea cosechar frutos, y regado con actos de culto y obediencia. Por lo tanto para que el suelo dé frutos uno debe mantenerlo, protegerlo de cualquier cosa perjudicial, y eliminar las malas hierbas que pueden consumir nutrientes y debilitarlo. Lo mismo pasa con el corazón del creyente; el creyente purifica su corazón de las malas inclinaciones, de los defectos, de los pecados, y los deseos de lujos vulgares, porque de esta forma evitará que estas cosas arruinen las buenas obras que ha sembrado en él. Difícilmente una persona pueda beneficiarse de sus creencias si tiene su corazón corrupto, así como las plantas no crecen en suelos áridos.

La esperanza del creyente es comparable a la de un jardinero, que trabaja sembrando y cuidando las plantas y tiene esperanzas de que crezcan y den frutos; debe regar el suelo, limpiar la tierra de espinas, piedras y malezas y esperar con la esperanza puesta en la misericordia de Dios, en que Dios lo proteja a él y a su huerta de las tormentas y las plagas hasta que el campo se fortalezca y dé los frutos que espera. Esta es la verdadera esperanza en Dios.

Si uno planta su semilla en una tierra árida y se sienta a esperar a que crezca y dé una buena cosecha, no estará actuando de forma inteligente. Si uno planta su semilla en un buen suelo pero nunca se esfuerza en regarla ni ruega por lluvia, entonces no estará haciendo tampoco todo lo que está a su alcance, y esto no es comparable a la esperanza.

Cuando uno realiza todos los esfuerzos necesarios y posibles que estén dentro de su capacidad y luego pone su confianza en Dios para que lo que ha hecho dé efectivamente el resultado esperado, entonces puede decirse verdaderamente que tiene esperanza. Este es el estado del verdadero creyente, realiza todos los esfuerzos posibles por aquello que espera lograr, como los trabajos necesarios, actos de culto y obediencia a Dios, y luego espera la misericordia de Dios, y espera que Él lo ayude a permanecer firme y lo proteja de los errores y desviaciones hasta que abandone este mundo, para que al hacerlo se encuentre con que Dios está complacido con él.

Dios, glorificado y exaltado sea, también desalentó los deseos mundanos entre las naciones previas, cuando dijo (traducción del significado):

“Y les sucedió una generación que heredó el Libro [la Torá], pero a pesar de esto prefirieron los bienes de este mundo. [Cada vez que cometían un pecado] decían: Por cierto que [Allah] nos perdonará; mas cuando se les presentaba una nueva posibilidad volvían a pecar. ¿Acaso no se comprometieron a cumplir con la Torá y no decir acerca de Allah sino la verdad? Y aún habiendo estudiado la Torá [desobedecieron], pero para los piadosos la otra vida es mejor [que los bienes de este mundo]. ¿Es que no reflexionáis?” (Corán, 7:169).

Dios también dijo (traducción del significado):

“Tampoco creo que jamás llegue la Hora [del Día del Juicio]. Y si llego a ser resucitado seguro tendré un viñedo mejor que éste” (Corán, 18:36).

¿Cómo podría alguien así esperar algo bueno cuando no realizó ninguna buena obra? Estas no son más que pretensiones sin sentido.

Debemos entonces tener cuidado con las falsas pretensiones y los deseos mundanos, realizando todos los esfuerzos posibles, y asegurándonos que nuestras buenas obras estén de acuerdo con el ejemplo de vida del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él). Luego de esto, podemos verdaderamente tener la esperanza de que Dios nos concederá el bien en esta vida y en el Más Allá.

 Requisitos necesarios para que la esperanza sea verdadera

Lograr la verdadera esperanza en el corazón es algo que como vimos tiene ciertos requisitos. Los eruditos musulmanes han mencionado cuatro factores que son el signo de una esperanza verdadera:

1 – Recordar las bendiciones previas que Dios nos ha concedido. El creyente debe recordar mentalmente los favores que Dios, glorificado y exaltado sea, le ha concedido en el pasado, comenzando por el hecho de que Dios lo ha creado y le ha dado la vista y el oído; que le ha dado acceso a todo lo que hay en la Tierra, y le ha enviado junto con su pueblo a mensajeros a los cuales les reveló Su palabra para guiarlos por el camino recto y que pueda contarse entre los salvos que conocerán Su Paraíso.

2 – Recordar la magnanimidad de Dios y Su promesa de recompensa: Dios, glorificado y exaltado sea, les ha concedido a Sus servidores mucho más de lo que tenían derecho por mérito propio, a pesar de sus faltas e incumplimientos. Si el musulmán recuerda la magnanimidad de Dios, entonces tendrá renovadas esperanzas en Su generosidad.

3 – Recordar las bondades y favores de los que disfruta actualmente. Dios continuamente nos bendice con distintos favores, tanto espirituales como mundanos. Los favores de Dios son incontables, en nuestro cuerpo, nuestros sentidos, provisiones, riquezas, familia e hijos, etc. Debemos recordar los favores que disfrutamos ahora, porque eso nos recuerda la generosidad de Dios y hará que esperemos más favores de él, con esperanza en el futuro.

4 – Recordar la infinita misericordia de Dios, el Todopoderoso. Uno debe recordar que la misericordia de Dios es mayor que Su castigo, y que Él es el más Misericordioso, el Generoso, el Compasivo con Su creación. Tener esperanza por lo tanto depende de conocer las cualidades y atributos de Dios.

 Los signos de la esperanza

Áhmad ibn ‘Aasim (que Allah tenga misericordia de él) fue consultado:

“¿Cuáles son los signos de la verdadera esperanza?”

Él respondió:

“Ser agradecido en los momentos de felicidad, tener fe en que Dios completará Sus favores sobre él en este vida, y que lo perdonará en el Más Allá”[8].

 Los frutos de la esperanza

Tener esperanza tiene muchos grandes frutos y beneficios, y los siguientes son algunos de ellos:

 Realizar los actos de culto regularmente

Ibn al-Qayím (que Allah tenga misericordia de él) describió una de las actitudes con que la gente retorna al camino de Dios:

“Algunos musulmanes vuelven al camino de Dios realizando más actos de culto para acercarse a Dios. Se toman el culto religioso muy en serio y lo convierten en algo muy querido para ellos. La fuente de este arrepentimiento es tener esperanza en Dios, esperando Su recompensa y el cumplimiento de Sus promesas”[9].

 Disfrutar los actos de culto

Ibn al-Qayím (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“La esperanza motiva al creyente a seguir en el camino recto, le facilita las cosas y hace su viaje por este mundo más disfrutable. Lo anima, y lo ayuda a permanecer firme en el camino, y a realizar buenas obras. Si no fuera por la esperanza, entonces nadie habría persistido en este camino. El amor impulsa al creyente, el miedo lo perturba, y la esperanza lo motiva”[10].

 Servir a Dios y al prójimo

La esperanza es una de las cosas que evidencian nuestro servicio a Dios Todopoderoso, mostrando nuestra necesidad por Él, confirmando nuestra debilidad ante Él, nuestra necesidad de recibir Su misericordia y Su generosidad, nuestra incapacidad de vivir sin Su sustento aun por un instante. Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“La aspiración del creyente es que Dios lo perdone, y esta esperanza en Él implica servicio a Él. Por otro lado, si el corazón del creyente no busca el perdón de Dios y no tiene esperanza en Él, dejará de servirle”[11].

Ibn al-Qayím dijo:

“El creyente se somete a Dios, le entrega su corazón y está contento con lo que Dios decreta para él con la esperanza de que Dios tenga misericordia de él, perdone sus faltas, le perdone sus pecados, acepte sus buenas obras, y borre sus malas obras. La fuerte esperanza que tiene el creyente en su Señor implica una completa entrega y sumisión a Él. Nada de todo esto puede suceder si el creyente no tiene esperanza en su Señor, porque la esperanza es la razón para pedir a Dios y esperar que Él responda, con una férrea voluntad en su alma”[12].

 Rogar a Dios

Ibn al-Qayím también dijo:

“La súplica está basada en la esperanza en Dios. Si la persona suplicante no tiene esperanza en que lo que está pidiendo le será concedido, entonces no se sentirá movido a pedir en primer lugar. Usualmente uno no pide nada a menos que espere que se le pueda conceder”[13].

 Protegerse del castigo de Dios

Este punto está basado en el anterior. Dios Todopoderoso ama que Sus servidores le pidan, que tengan esperanzas en Él y que persistan en ello. Esto es así porque Dios es el más Generoso, Quien da abundantemente a aquellos que Le piden. La cosa más amada para Dios es que la gente Le pida, para Él darles. De la misma forma, Dios se enfurece con aquellos que no Le piden ni Le suplican. Abu Hurairah (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo: “Cuando una persona no le pide a Dios, Dios se enfurece con él”[14].

 Aprender los atributos y nombres de Dios

Quien tiene esperanza en Dios siente aprecio por Sus nombres. Por ejemplo, se sentirá motivado por el nombre ‘El Más Generoso’, porque tiene esperanza en la generosidad de Dios. O se sentirá atraído por el nombre ‘El Misericordioso’, porque tiene esperanza en la misericordia de Dios. O se sentirá atraído por el nombre ‘El Perdonador’, porque tiene esperanza en que Dios lo perdone. Esto anima al creyente a aprender más acerca de los nombres de Dios y Sus atributos, y a comprenderlos.

 Obtener lo que se pidió a Dios, Todopoderoso

Si el musulmán apega su corazón a Dios, Dios le concederá lo que busca. Ibn al-Qayím (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Cuando más positivamente piensa el musulmán acerca de Dios, más esperanzas tiene de que Dios satisfaga sus necesidades, y más confía sinceramente en Él, por lo tanto Dios no lo decepcionará, porque Dios no permite que se pierdan los esfuerzos y obras de nadie”[15].

Cuando el musulmán obtiene lo que ha pedido y Dios le responde, se apega más aún a Dios, Le pide más, tiene más esperanzas en Él, confía más en Él, y se siente animado a realizar más buenas obras. Lo mejor que el musulmán puede esperar de Dios es que esté complacido con Él, lo admita en Su Paraíso, y lo bendiga con Sus favores. Por lo tanto, el musulmán debe tener la esperanza de que Dios le conceda tales bendiciones, para que le puedan ser concedidas.

 Amar a Dios

Este es un resultado natural del punto previo, porque cuando Dios concede al musulmán lo que ha estado pidiendo, se vuelve más apegado a Dios, lo ama más, y está más contento con Él.

 Ser agradecido con Dios

Obtener lo que uno ha pedido de Dios hace que el musulmán sea agradecido, y la gratitud es uno de los niveles más altos del servicio a Dios.

 Mencionar a Dios frecuentemente

Tener esperanza en Dios implica que uno siempre espera recibir lo que ha pedido. Esto implica que el musulmán se vuelve más apegado a Dios y se vuelve hacia Él frecuentemente. El musulmán tiene muchas cosas para pedirle a Dios: espera que lo haga exitoso en sus estudios, le conceda un buen trabajo después de eso, una buena esposa, hijos, y lo guíe en el camino recto. Así, el musulmán pasa su vida entera apegado a Dios y con esperanzas en Él.

 Fluctuar entre la esperanza y el temor reverencial

Al-‘Aini (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Si uno se da cuenta que la misericordia de Dios no tiene límites, nunca perderá la esperanza; si se da cuenta cuán severo puede ser el castigo de Dios, nunca le perderá el temor reverencial. El musulmán no debe confiarse demasiado en sus esperanzas al punto de perder el temor de Dios, como quienes han dicho en el pasado que si uno cree entones no importa lo que haga después de eso; ni tampoco debe uno exagerar en su temor reverencial hacia Dios, como quienes en el pasado dijeron que quien comete pecados no tendrá perdón y morará eternamente en el Infierno.

El musulmán debe buscar un equilibrio entre estos dos sentimientos, porque Dios dijo (traducción del significado):

“Éstos buscan el medio de acercarse más a su Señor, anhelan Su misericordia y temen Su castigo. Por cierto que el castigo de tu Señor es temible” (Corán, 17:57)[16].

Esta es una norma muy importante que todo creyente debe llevar en su corazón. El corazón del creyente siempre fluctúa entre el temor reverencial y la esperanza; en su corazón, combina la esperanza en Dios y en Su misericordia, y un temor reverencial hacia Él y a Su castigo. Cuando el musulmán alcanza un equilibrio, entonces su fe es sana y completa.

Abu ‘Ali ar-Rawzabari (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“La esperanza y el temor son como las dos alas de un pájaro: si están balanceadas, entonces el pájaro volará. Pero si una de las dos tiene un defecto, el pájaro no será capaz de volar. Por esto se ha dicho que si el temor reverencial y la esperanza del creyente debieran ser medidas, serían iguales”[17].

Combinar la esperanza y el temor reverencial es el método del Sagrado Corán. El Imam An-Nawawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “La mayoría de los versos del Sagrado Corán que tocan alguno de estos dos conceptos, los combinan a ambos”[18].

Dios dijo (traducción del significado):

“El Día del Juicio unos rostros estarán radiantes y otros ensombrecidos. A aquellos cuyos rostros estén ensombrecidos se les dirá: ¿Habéis renegado de vuestra fe luego de haber creído? Sufrid el castigo por vuestra incredulidad” (3:106). Dios Todopoderoso ofrece a sus servidores la esperanza de tener un rostro brillante en el día de la Resurrección, y les revela la triste condición de quienes tendrán un rostro ensombrecido.

Dios también dijo (traducción del significado):

“Y tu Señor anunció que les enviaría quienes les infligieran un severo castigo hasta el Día de la Resurrección; ciertamente tu Señor es rápido en el castigo, pero también es Absolvedor, Misericordioso” (Corán, 7:167). Dios Todopoderoso combina de esta forma en Sus servidores, la esperanza en el bien y el temor al mal.

“Por cierto que los piadosos gozarán de las delicias del Paraíso, y los pecadores, en cambio, sufrirán en el Infierno” (Corán, 82:13-14).

Él también dijo (traducción del significado):

“Aquel cuyas obras buenas sean más pesadas [que las malas] en la balanza gozará de una vida placentera [en el Paraíso]. En cambio, aquel cuyas obras buenas sean más livianas en la balanza [que las malas] su morada estará en el abismo [del Infierno] (Corán, 101:6-9).

Hay muchos versos sobre este asunto, que hablan de la esperanza y el temor. Esto puede suceder dentro del mismo verso o en versos consecutivos en el Corán.

El temor reverencial se convierte en esperanza y viceversa, porque cada persona tiene ambos sentimientos latentes. El mejor momento para tener esperanza es cuando uno tiene temor. Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“El temor reverencial hacia Dios siempre incluye a la esperanza, o de lo contrario uno caería en la desesperación. De la misma forma, la esperanza implica al temor, o de lo contrario uno se sentiría a salvo del castigo de Dios. Quienes temen y reverencian a Dios y también tienen esperanza en Él, son los que tienen más conocimiento entre la gente, y aquellos a quienes el Corán elogia”[19].

Algunos musulmanes se han desviado en esto, exagerando en una de las dos cualidades. Al-‘Aini (que Allah tenga misericordia de él) detalló las creencias que surgieron de estas dos tendencias, cuando dijo:

“Un grupo hizo que la esperanza los sobrepasara, y el segundo hizo que el temor los sobrepasara. Pero el camino que enseñó el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) es buscar un equilibrio entre ambos. Uno puede leer en los libros de algunos de los eruditos que ellos afirman que nuestro temor debe ser más grande que nuestra esperanza, y en los escritos de los predicadores que dicen que nuestra esperanza debe sobrepasar a nuestro temor. Ibn al-Qayím dijo:

“La gente piadosa se dividió en dos grupos en su actitud hacia Dios: algunos se preocuparon demasiado, y dijeron con temor que si Dios no los perdonaba, estarían ciertamente en el Infierno. Otros hicieron hincapié en la esperanza como Bilal (que Allah tenga misericordia de él), cuya esposa estaba triste en el momento en que iba a morir, dijo esto en voz alta frente a él, pero él estaba feliz y tenía grandes esperanzas, y dijo: “Mañana me encontraré con los amados, con Muhámmad y sus compañeros”[20].

La tercera opinión es la que afirma que el musulmán no debe permitir que ninguno de los dos sentimientos sea predominante, sino que debe buscar un equilibrio en todo momento, excepto bajo ciertas circunstancias, que detallaremos luego.

 Medios que pueden ayudarnos a encontrar un equilibrio entre la esperanza y el temor

Hay diferentes medios que Dios ha puesto al servicio del musulmán para mantener este equilibrio. Uno de ellos es que Dios no dio al ser humano el conocimiento de cómo terminará su vida, lo cual los mantiene fluctuando entre el temor y la esperanza. Ibn Battál (que Allah tenga misericordia de él), dijo:

“Hay una gran sabiduría detrás de que el ser humano desconozca cuándo acabará su vida, porque si la gente supiera esto, entonces quienes se salvaran del Infierno se volverían perezosos y no harían ningún esfuerzo, y aquellos destinados al Fuego del Infierno darían rienda suelta a su maldad, puesto que se sabrían condenados. Por lo tanto, ocultar esto a la gente hace que mantengan un equilibrio entre la esperanza y el temor, todo el tiempo”[21].

Algunos eruditos explicaron esto en una forma diferente, afirmando que un eclipse es una indicación de que el ser humano debe tener miedo y esperanza al mismo tiempo. Ibn Háyar (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Uno de los signos de la sabiduría detrás de un eclipse es indicarle a la gente que deben estar siempre entre estos dos estados, entre el temor y la esperanza, porque cuando un eclipse sucede la gente siente temor, pero luego este temor se va”[22].

Cuando un eclipse tiene lugar el creyente siente temor de Dios, porque semejante hecho refleja el poder y la grandeza de Dios, y que Él es capaz de hacer aparecer y desaparecer estos signos, de destruir el planeta entero si quisiera, y todo lo que vive en él. Todas estas cosas hacen que la gente tiemble de temor, pero el creyente mantiene su esperanza puesta en Dios, en que el eclipse pasará y la luz del Sol volverá a tocar la Tierra. Así es como el creyente se debate entre el temor y la esperanza, durante un evento como el eclipse”.

Al-Manawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“El camino que conduce a la seguridad en el Más Allá está entre dos caminos peligrosos: el de creerse a salvo del castigo de Dios, y el de desesperar de Su misericordia. El camino que enseñó el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) es el que combina ambos para lograr un camino intermedio, y este es el camino de la salvación. Cuando una persona pierde la esperanza, está en el camino de desesperar de la misericordia de Dios, y cuando pierde el temor, está caminando por el camino de la excesiva autoconfianza. El camino de la salvación está entre estos dos extremos, y uno no debe desviarse hacia ninguno de los dos, o de lo contrario irá camino a la destrucción. Por lo tanto, uno debe tener presentes siempre ambos sentimientos: este es el camino a la verdadera seguridad”[23].

Los eruditos mencionaron que hay situaciones donde uno debe permitir que uno de los dos sentimientos sobrepase al otro. Esto podría verse como una cura para un padecimiento o desequilibrio en particular.

Al-Mawardi (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “El temor y la esperanza son dos medicinas, cada uno para la persona que tiene la enfermedad opuesta. Pero si el doctor es ignorante o embaucador, probablemente utilice la medicina incorrecta”[24].

Sin embargo, esto no significa que uno deba hacer que uno de los dos sentimientos predomine sobre el otro todo el tiempo, porque eso sería una desviación del camino correcto como afirmamos antes, sino que esto debe hacerse precisamente para restaurar un equilibrio perdido.

Ejemplos de situaciones en las que uno debe permitir que la esperanza sobrepase al temor:

 En el momento de la muerte

Abu Huraira (que Allah tenga misericordia de él) narró que el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) dijo que Dios dijo: “Yo seré con Mi servidor como él piensa que soy”[25].

Waazilah Ibn al-Asqá' (que Dios esté complacido con él) dijo: “Oí al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) decir que Dios Todopoderoso dijo: “Yo soy con Mi servidor tal como él piensa que soy con él, por lo tanto, que piense lo que quiera (es decir, que decida sabiamente en función de eso)[26].

En estas dos narraciones la esperanza en la misericordia de Dios sobrepasa al temor a Su castigo, tal como Al-Karmani (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Estas dos narraciones indican que uno debe hacer que nuestra esperanza sea un poco mayor que nuestro temor”[27].

Los eruditos han dicho que esto se aplica especialmente en el momento de la muerte, y usaron como evidencia el siguiente reporte: Yábir Ibn ‘Abd Allah (que Dios esté complacido con él) dijo: “Oí al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) que dijo: “Que ninguno de ustedes muera sin llegar a pensar lo mejor de Dios”[28].

El imam An-Nawawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Es recomendable que la gente piense en la persona en el momento de su muerte y piense lo mejor de Dios Todopoderoso. Es también recomendable recordarle al moribundo sus virtudes y sus buenas obras, para ayudarlo a pensar bien de Dios y así que tenga esperanzas en su propia salvación. Esto es algo recomendable de acuerdo al consenso de los eruditos”[29].

Pensar en Dios y tenerlo presente en todo momento es algo esencial para la vida del musulmán. Sin embargo, dejar que la esperanza supere al temor es algo que sólo debe hacerse en el momento de la muerte, cuando uno se está acercando a Dios. Esta es la razón por la que nuestros rectos predecesores solían ordenar a los niños que recitaran los versos que hablan sobre la misericordia en los momentos cercanos a la muerte, para que el alma del moribundo parta de este mundo con esperanza y buenos pensamientos sobre Dios, y para acentuar la creencia de que Dios tendrá misericordia de él y lo agraciará con el Paraíso[30].

Le preguntaron al Imam Ash-Sháfi’i (que Allah tenga misericordia de él) cuando estaba en su lecho de muerte: “Oh, ‘Abd Allah, ¿cómo estás esta mañana?”. Respondió: “Me desperté en proceso de partir ya de esta vida mundana, de ser separado de mis hermanos, probaré la amargura de la muerte, enfrentaré las consecuencias de mis actos, y compareceré ante Dios. Yo no sé si mi alma será llevada al Paraíso para que pueda felicitarme, o al Infierno, para que pueda lamentarme”. Y comenzó a llorar.

Uno puede pensar, ¿por qué debe uno permitir que nuestra esperanza sobrepase nuestro temor en tales circunstancias?

El Imam An-Nawawi dijo:

“Cuando los signos de la muerte se hacen evidentes, uno debe tratar de dominar el temor, y si es posible dejar de temer completamente, y no sentir nada excepto esperanza. Esto es porque el objetivo del temor reverencial a Dios es mantenernos apartados de los posibles pecados y tentaciones que podamos cometer cuando tenemos fuerza y energía vital, pero esta posibilidad disminuye grandemente en el momento cercano a la muerte. Por lo tanto, en este momento es recomendable que uno piense bien de Dios y espere Su misericordia. Pensar bien de Él nos hace sentir una gran necesidad de Él, y hace que nos sometamos a Él también”[31].

 Cuando una persona desespera de la misericordia de Dios a causa de sus pecados

Un musulmán puede desesperar de la misericordia de Dios a causa de las malas obras o incumplimientos que ha cometido. En este caso, también debe tratar de dominar su temor de Dios. Tal persona debe recordar que Dios es Perdonador y que perdona asiduamente, y que el arrepentimiento elimina las faltas previas.

Al-Manawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “El temor y la esperanza son parejos en el corazón del creyente; sin embargo, en el momento en que este se siente desesperado, debe permitir que la esperanza crezca”[32].

Ejemplos de situaciones en que el musulmán debe permitir que el temor de Dios sobrepase la esperanza en Su misericordia:

 Cuando el musulmán lleva una vida relajada de placeres

El imam An-Nawawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Los eruditos han dicho que es recomendable para el predicador mencionar el temor y la esperanza en su discurso, para evitar que la gente desespere de la misericordia de Dios o se crea a salvo de Su castigo. Sin embargo, algunos han afirmado que el temor debe tener preeminencia en su discurso cuando la gente está necesitada de que se le recuerde sus deberes porque se ha vuelto negligente[33].

 Cuando uno comete pecados

Cuando se comete un pecado, se debe recordar el castigo de Dios Todopoderoso, y las causas por las que una persona puede ingresar al fuego del Infierno. Esto hará que el musulmán se apresure a arrepentirse y regrese al camino recto, evitando el mal.

Es increíble constatar como muchos musulmanes hoy en día cometen pecados flagrantes de forma recurrente, no hacen ningún esfuerzo significativo por corregirlos excepto justificarse, y sin embargo albergan una esperanza desmedida en el perdón y la misericordia de Dios. Esta es una actitud torpe e ignorante, y quien así se comporte está necesitado sin duda de temor de Dios.

Ibn al-Qayím dijo:

“Algunos musulmanes se aferran a los textos que hablan del perdón y la misericordia y se confían demasiado en ellos. Si alguien les reprocha sus pecados o sus faltas, comienzan a repetir estos textos que han memorizado como una forma de justificarse. Algunos de ellos han dicho: “Abstenerse de los pecados en realidad es ignorar la vasta misericordia de Dios”.

Muhámmad Ibn Házm (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “He oído a alguien diciendo en una súplica: “Dios nuestro, me refugio en Ti de no cometer pecados”.

Muchas de estas personas se engañan a sí mismas y viven una ilusión de falsas esperanzas. Es increíble lo que el autoengaño puede hacer en una persona. Pensar bien de Dios beneficiará al musulmán que se arrepiente, que lamenta sus pecados e intenta abstenerse de ellos, que realiza buenas obras y que intenta permanecer firme en la obediencia y la virtud durante el resto de su vida. Si uno hace estas cosas, entonces con justicia puede uno pensar que Dios le tratará con misericordia; de lo contrario, esto no es más que un engaño. Hay una gran diferencia entre pensar bien de Dios y auto engañarse. La persona de conocimiento pone sus esperanzas en el lugar correcto, mientras que el ignorante la pone en un lugar donde no dará frutos”[34].

 Cuando una persona se siente a salvo del castigo de Dios

El musulmán devoto que se esfuerza continuamente para merecer el amor de Dios puede caer en este tipo de engreimiento. Puede creerse a salvo del castigo de Dios, porque piensa que ha acumulado muchas buenas obras y porque siempre está tratando de realizarlas. Cuando sea que uno sienta que su corazón se inclina hacia este sentimiento, uno debe tratar de que nuestro temor de Dios sea más fuerte que nuestra esperanza en Él recordando el castigo de Dios, y cómo Él conduce progresivamente a la destrucción a quienes insisten en desviarse, sometiéndolos a pruebas incluso concediéndoles un favor sobre otro. Uno debe recordar que hay gente que realiza buenas obras pero luego termina su vida de una forma ignominiosa. Pensar en estas posibilidades nos ayudará a limpiar nuestro corazón del engreimiento, incrementando nuestro temor de Dios, hasta que dejemos de engañarnos a nosotros mismos creyendo que estamos a salvo del castigo de Dios.

Al-Manawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“La esperanza y el temor deben estar iguales, y por lo tanto cuando el temor sobrepasa la esperanza, debemos hacer hincapié en la esperanza; y cuando la esperanza sobrepasa al temor, debemos hacer hincapié en el temor”[35].

 Diferentes tipos de esperanza

A la luz de lo que hemos dicho hasta aquí, uno podría decir que hay tres tipos de esperanza, dos elogiables, y una desaconsejable.

 Los dos tipos de esperanza encomiables

1 – La esperanza del musulmán que realiza buenas obras y actos de obediencia correctamente (es decir, de acuerdo a la Revelación). Tal persona tiene esperanza en la recompensa de Dios.

2 – La esperanza de quien ha cometido un pecado y luego se ha arrepentido. Tal persona tiene esperanza en el perdón de Dios, y Dios ocultará sus faltas y se las borrará.

 El tipo de esperanza desaconsejable

Es la esperanza ilusoria de quien comete pecados y no los corrige, y luego espera la misericordia y el perdón de Dios sin realizar buenas obras. Esta es una falsa esperanza y una forma de autoengaño.

Abu ‘Uzmán al-Hairi (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Un signo de una persona bendecida es cuando realiza buenas obras pero aun así teme que no le sean aceptadas. Y un signo de miseria es cuando una persona comete malas obras y aun así espera que le sean perdonadas”[36].

Una pregunta que puede surgir es, ¿cuál de los dos tipos de esperanza encomiable es mejor?

Los eruditos difieren acerca de este punto: ¿es mejor ante Dios la persona que realiza buenas obras y espera ser recompensada, o quien comete pecados pero se arrepiente y espera ser perdonado?

Algunos estuvieron de acuerdo en que el primer tipo de esperanza es mejor, porque realiza buenas obras. Y otros estuvieron de acuerdo en que el segundo tipo de esperanza es mejor, porque tal persona siente una gran necesidad de Dios y experimenta un gran temor y vergüenza cuando recuerda sus pecados, y porque este tipo de esperanza no deja lugar a la arrogancia que podría padecer quien hace buenas obras y se autoengaño con ellas.

Ambas opiniones pueden ser correctas, sin embargo el musulmán debe intentar combinar ambos tipos de esperanza. Cuando sea que Dios lo bendiga y le permita realizar buenas obras, el musulmán debe tener esperanza en la recompensa y en ser admitido en el Paraíso. Sin embargo, si comete algún pecado, entonces debe arrepentirse y tener esperanza en que Dios lo perdonará.

 Diferentes niveles de esperanza

La esperanza tiene tres niveles que difieren en el resultado:

 Primero, la esperanza de quien se esfuerza arduamente en los actos de culto

Esto provoca una sensación de dulzura durante el culto religioso, aun cuando también encierra dificultades. Quien conoce la recompensa y el resultado de este esfuerzo se esforzará en ello, de la misma manera que quien espera obtener ganancias como resultado de un viaje de negocios, hace los esfuerzos necesarios durante el viaje.

De una forma similar es el caso del musulmán que ama a Dios y se esfuerza en lograr Su complacencia: se levantará con gusto a hacer la oración del alba, realizará la ablución, luchará por la causa de Dios, enfrentará las dificultades de la peregrinación, ofrecerá oraciones voluntarias por la noche, ayunará en Ramadán, y buscará el conocimiento a pesar de las dificultades que se le presenten. Efectivamente, las dificultades que acompañan estas buenas obras eventualmente se convertirán en alegría y satisfacción.

El ritmo normal al hacer actos de culto es cuando uno enfrenta dificultades y se siente sobrecargado en un principio, pero luego uno comienza a disfrutarlo. Un erudito dijo: “Yo persistí en levantarme con dificultad para rezar de noche durante 20 años, pero luego lo disfruté durante otros 20 años después de eso”[37]. El musulmán no será capaz de saborear la dulzura de los actos de culto a menos que se esfuerce y pase dificultades en un principio.

Cuando uno tiene una fuerte esperanza en la recompensa como resultado de los actos, entonces será capaz de abandonar lo que solía hacer. Cuando uno se da cuenta de la magnitud de esta recompensa, se vuelve fácil para el musulmán gastar su riqueza por la causa de Dios. Cuando uno toma conciencia de la grandeza de esta recompensa, se vuelve fácil ayunar y abandonar la comida, la bebida y las relaciones maritales. Cuando el musulmán toma en cuenta la recompensa de la perseverancia y de estar contento con lo que Dios ha decretado para él, es capaz de soportar las dificultades, al punto de que los sentimientos más amargos se vuelven dulces como la miel.

Es propio de la naturaleza humana que uno no pueda abandonar algo que le gusta a menos que sea por algo mejor. En este caso, lo que es más grande que lo que abandonamos y más querido para nuestros corazones es la complacencia de Dios, y el Paraíso como recompensa.

 Segundo, la recompensa de quien abandona lo que le gusta

Aquellos que se esfuerzan contra sus propias pasiones para abandonar algo que les gusta y reemplazarlo por algo mejor, pueden esperar una recompensa más grande. Su esperanza es alcanzar su meta, pero necesitan conocimiento de la religión para saber qué es lo mejor y lo que tiene mayores recompensas.

 Tercero, la esperanza de encontrarse con Dios

Aquellos que tienen prisa por reunirse con Dios y anhelan este encuentro abandonarán su vida mundana; este es el nivel más alto de los tres niveles de esperanza. Dios dijo (traducción del significado):

“Quien anhele la comparecencia ante su Señor que realice obras piadosas y que no adore a nadie más que a Él” (Corán, 18:110).

“Quien anhele el encuentro con Allah sepa que el día que Allah fijó [para Su encuentro] llegará, y que Él es Omnioyente, Omnisciente” (Corán, 29:5).

Esperar el encuentro con Dios Todopoderoso y alcanzar Su complacencia para merecer el Paraíso es la esencia de la fe. Es esta la razón por la cual el adorador se esfuerza, y es la esperanza en el encuentro lo que hace que las dificultades se faciliten y se hagan disfrutables. Esta es la razón por la cual Dios Todopoderoso dispuso un momento en el cual esto debe pasar, para que la gente pueda trabajar para esta meta y lograr esta gran recompensa.

Quienes están en este nivel de esperanza permanecerán animados e inquietos hasta que el encuentro se produzca, porque siempre lo están esperando. Continuamente se preparan a sí mismos para ello y se preguntan cuándo tendrá lugar, cuándo podrán reencontrarse con Dios Todopoderoso. Para ellos, el encuentro con Dios es más querido que todos los placeres existentes en el Paraíso.

La historia de uno de los compañeros del Profeta Muhámmad ilustra este nivel de esperanza. ‘Umair Ibn al-Humam al-Ansari (que Dios esté complacido con él) ansiaba tanto el encuentro con Dios, que sintió que comer unos pocos dátiles lo demoraría en este encuentro.

Anas (que Dios esté complacido con él) reportó que el Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) y sus compañeros alcanzaron el área de Bádr antes que los politeístas, y el Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) les dijo: “Que ninguno de ustedes avance por delante de mí”. Cuando los politeístas se acercaron, él dijo: “Ahora pónganse de pie y avancen hacia el Paraíso, que es tan amplio como los cielos y la Tierra”. ‘Umair Ibn al-Humam (que Dios esté complacido con él) preguntó: “¿El Paraíso es tan amplio como los cielos y la Tierra?”. El Mensajero de Dios respondió: “Sí”. ‘Umair respondió: “Grandioso”. El Mensajero de Dios le preguntó cuál era su urgencia, y él respondió: “Ninguna, Mensajero de Dios, excepto que espero ser uno de los habitantes del Paraíso”. El Mensajero de Dios le dijo: “Lo serás”. ‘Umair entonces tomó algunos dátiles de su morral y comenzó a comer, pero después de un momento dijo: “Si sobrevivo hasta que coma mis dátiles, viviré una larga vida”. Entonces dejó sus dátiles y fue a la batalla, y peleó hasta que fue abatido[38].

Dios Todopoderoso sabía que este tipo de creyentes anhelan reunirse con Él y que son escasos en número, y por lo tanto Dios dispone un tiempo para ellos, para que sus almas se relajen y realicen sus esfuerzos con esperanza. Dios dijo (traducción del significado):

“Quien anhele el encuentro con Allah sepa que el día que Allah fijó [para Su encuentro] llegará, y que Él es Omnioyente, Omnisciente” (Corán, 29:5)

En este aspecto hay una diferencia drástica entre nuestros rectos predecesores y los musulmanes en la actualidad. Los musulmanes actualmente no ponen mayor atención a este asunto, mientras que nuestros rectos predecesores lo tenían siempre presente, y es algo recomendado en el Sagrado Corán y en los textos de la Tradición Profética. Le pedimos a Dios Todopoderoso que nos cuente entre ellos y nos haga de aquellos que ambicionan elevarse en virtud y en los niveles de la fe.

 La esperanza y los pecados

Un pecado, sin importar cuán grande o grave sea, siempre puede ser perdonado por Dios, y por lo tanto la puerta de la esperanza está siempre abierta para aquellos que se arrepienten. El musulmán no debe desesperar ni pensar nunca que está completamente perdido ni arruinado, más bien debe apresurarse a arrepentirse de sus faltas y poner su esperanza en la misericordia de Dios. Dios dejó la puerta de Su misericordia siempre abierta para quien se arrepiente sinceramente de cualquier clase de pecado. Dios dijo (traducción del significado):

“Diles [¡Oh, Muhámmad! a quienes transmitan Mi Mensaje que Yo digo]: ¡Oh, siervos Míos! Vosotros que habéis transgredido [cometiendo pecados] en detrimento propio, no desesperéis de la misericordia de Allah; por cierto que Allah puede perdonar todos los pecados, porque Él es Absolvedor, Misericordioso” (Corán 39:53).

En este verso, Dios no se está dirigiendo a quienes cometen pecados menores, sino a todos aquellos que cometen pecados. La puerta del perdón y la misericordia está siempre abierta para aquellos que se arrepienten y vuelven a Dios. Dios dijo (traducción del significado):

“Cuando se presenten ante ti aquellos que creen en Nuestros signos diles: ¡La paz sea con vosotros! Vuestro Señor ha decretado que Su misericordia esté por encima de Su ira. Quien de vosotros cometa una falta por ignorancia, y luego se arrepienta y enmiende, [sepa] que ciertamente Él es Absolvedor, Misericordioso” (Corán, 6:54).

Ibn Yarir (que Allah tenga misericordia de él) comentó este verso diciendo: “Oh, Muhámmad, cuando aquellos que creen en lo que Nosotros hemos revelado y en Nuestros signos, y admiten esta fe y la practican, si vienen a ti pidiéndote guía por sus pecados y por lo que han hecho antes, y sobre si su arrepentimiento será aceptado, no hagas que desesperen. Diles, Oh Muhámmad, que la paz y la seguridad de Dios están contigo aun a pesar de tus pecados; Él no te castigará por ellos después de arrepentirte, porque ha decretado para Sí mismo la misericordia hacia Sus servidores”[39].

Dios dijo (traducción del significado):

“Otros, en cambio, reconocen sus pecados [y se arrepienten], pues realizaron malas obras que empañaron las buenas. A éstos Allah les aceptará su arrepentimiento; ciertamente Allah es Absolvedor, Misericordioso. 103. Toma [¡Oh, Muhámmad!] una parte de sus bienes [como Zakât] para expurgarles [con ello sus pecados] y purificarles [de la avaricia], y ruega por ellos que ciertamente tus súplicas les transmiten sosiego, y Allah es Omnioyente, Omnisciente” (Corán, 9:102-103).

Ibn Yarir (que Allah tenga misericordia de él) comentó este verso diciendo: “Dios se está refiriendo a mezclar el pecado de no haber participado en la batalla de Tabuk, con el reconocimiento que ellos hacen de estos pecados y su arrepentimiento de ellos. Entonces Dios les está informando que Él los perdonará porque reconocieron sus pecados y se arrepintieron de ellos”[40].

Anas (que Dios esté complacido con él) dijo: “Oí al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) decir: “Dios ha dicho: “¡Oh, hijos de Adán! No importa si sus pecados llegan hasta el cielo; pídanme perdón a Mí, y Yo los perdonaré, sin importar cuáles fueran sus pecados. ¡Oh, hijos de Adán! Yo continuaré perdonándolos en tanto Me recen y aspiren a Mi perdón. ¡Oh, hijos de Adán! Si vinieran a Mí con un planeta lleno de pecados y se reunieran Conmigo sin asociarme nada, Yo les concedería un perdón que llenaría ese planeta”[41].

En este relato Dios Todopoderoso abre la puerta de Su misericordia para Sus servidores.

Ibn ‘Umar (que Dios esté complacido con él) dijo: “Oí al Mensajero de Dios (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) decir: “El creyente seguirá acercándose a Dios en el Día de la Resurrección y Él continuará envolviéndolo en Su misericordia, haciendo que él confiese sus pecados diciéndole: “¿Recuerdas cuando hiciste tal y tal cosa?”. El creyente le responderá: “Sí, recuerdo”. Entonces Dios dirá: “Yo oculté este pecado por ti en tu vida en el mundo, y ahora te perdono por él”. Entonces se le dará el registro de sus obras. Pero en el caso de los incrédulos y los hipócritas, los testigos dirán: “Estos son los que mintieron contra Dios. Indudablemente, la maldición de Dios está sobre los malhechores”[42].

El musulmán puede lograr esta misericordia y perdón si se arrepiente sinceramente, si se somete a Dios Todopoderoso y le suplica, y luego se esfuerza en realizar actos de culto y obediencia, absteniéndose de los pecados, lamentando lo que uno ha hecho, y tomando la firme decisión de no volver a hacerlo.

El musulmán debe esforzarse en el arrepentimiento y no desperdiciar la oportunidad que tiene, y saber que cuando la muerte llegue, quienes hayan perdido esta oportunidad lo lamentarán y desearán que pudieran volver atrás para aprovecharla. Pero será demasiado tarde, porque el tiempo del esfuerzo se habrá terminado, y llegará el tiempo de los cuestionamientos.

 La esperanza como tratamiento

La esperanza es una cura necesitada por dos tipos de personas:

1 - El musulmán que ha desesperado de la misericordia de Dios al punto de no hacer nada al respecto, convencido de que ninguna cosa que haga servirá.

2 - El musulmán cuyo temor al castigo lo ha sobrepasado al punto de que se daña a sí mismo o a aquellos que están bajo su responsabilidad. Si su temor excede los límites de lo permisible, se le debe recordar que debe tener esperanza y fe y mantener un equilibrio entre ambas.

En el caso del pecador que tiene falsas esperanzas y evita los actos de obediencia a Dios, intentar motivar a tal persona con esperanza no tendría sentido, e incluso podría empeorar su estado. El temor debe usarse para reprender y advertir a una persona, recordándole sus deberes y el momento de la muerte.

El amonestador debe mantener un equilibrio cuando se dirige a la persona reprendida, para no asustarla ni conducirla a la desesperación, ni darle esperanzas demasiado altas que o lo desilusionarán o lo volverán negligente.

Algunos eruditos han dicho que quien exhorta a la gente debe ser amable con ellos y abordar sus problemas.

‘Ali Ibn Abu Talib (que Dios esté complacido con él) dijo: “Quien tiene conocimiento exhorta a la gente sin hacerlos desesperar de la misericordia de Dios, no les ofrece justificaciones para cometer pecados, ni los hace sentir a salvo del castigo de Dios, y no evita el Sagrado Corán para recurrir a fuentes que contradigan al Islam”[43].

Sufián Ibn Uiainah (que Dios esté complacido con él) dijo: “Quien exhorta a la gente y los hace desesperar de la misericordia de Dios, comete un grave pecado”[44].

Zaid Ibn Aslam (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Hubo un hombre entre las naciones previas que era muy devoto y religioso. Pasaba tanto tiempo en el culto religioso que hasta quedaba agotado. Luego se ponía él mismo como ejemplo y exhortaba a la gente insinuándoles que si no eran como él, eran demasiado perezosos, negligentes y pecadores, y hacía tanto esfuerzo por asustarlos que los hacía desesperar de la misericordia de Dios. Este hombre falleció y Dios le dijo: “Tu morada será el Infierno”. El hombre preguntó: “¿Qué pasó con mis esfuerzos en el culto religioso?” Dios le respondió: “Tú solías hacer que la gente desesperara de Mi misericordia, y hoy tú desesperarás de Mi misericordia”[45].

Por lo tanto, uno debe mantener el equilibrio de acuerdo a la situación de la persona a la cual se está dirigiendo. Si se trata de una persona negligente que se toma los pecados a la ligera, entonces se debe hablar con mayor severidad; pero si se trata de una persona que teme a Dios, se le debe dar esperanzas.

 Asuntos relacionados con la              esperanza

La esperanza depende de actos pasados y presentes.

Cuando un creyente hace algo, espera que Dios se lo acepte y lo recompense por ello. Algunos musulmanes limitan sus esperanzas al momento del evento, y después de que hacen algo, lo olvidan. Así no es como el creyente debe ser, sino que debe tener esperanza en Dios, que Él aceptará y le recompensará por sus pasadas obras previas, y también debe temer que sea castigado por sus pecados previos.

El shéij Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“El temor y la esperanza dependen de obras tanto pasadas como presentes, porque sus consecuencias están en el futuro. Uno espera que Dios acepte sus obras previas y le recompense por eso en el futuro, y teme que Dios no le acepte sus obras y le prive de su recompensa”[46].

 La esperanza con respecto a los asuntos mundanos

La esperanza no está limitada a los asuntos relacionados con el Más Allá, sino que se aplica a los asuntos mundanos también. Un musulmán puede esperar que Dios Todopoderoso lo bendiga con riquezas, hijos, una esposa, un trabajo, la cura para una enfermedad, o encontrar algo que ha perdido. El Profeta Jacob (la paz sea con él) aplicó la esperanza a los asuntos mundanos. Dios dijo (traducción del significado):

“¡Oh, hijos míos! Id y averiguad sobre José y su hermano, y no desesperéis de la misericordia de Allah, pues no desesperan de la misericordia de Allah sino los incrédulos” (Corán, 12:87).

El Profeta Jacob (la paz sea con él), le pidió a sus hijos que no desesperaran de encontrar a José (la paz sea con él), y este es un asunto mundano.

Ibn Yarir (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“El Profeta Jacob (la paz sea con él) tenía esperanzas de encontrar a su hijo, el Profeta José (la paz sea con él), y entonces le dijo al resto de sus hijos que volvieran a donde habían ido, donde habían dejado atrás a su hermano. Les ordenó no desesperar de la misericordia de Dios ni perder la esperanza; quizás Dios aliviaría su tristeza por la pérdida de José: “…y no desesperéis de la misericordia de Allah”. Él tenía esperanzas de que Dios lo traería de vuelta y podría verlo nuevamente, nunca perdió la esperanza: “…pues no desesperan de la misericordia de Allah sino los incrédulos”[47].

Tener esperanza en Dios también en los asuntos mundanos es muy importante, porque cuando la esperanza del creyente decae, comienza a tener dudas ocultas (es decir, en Dios y Su poder).

El musulmán cuya esperanza en Dios es correcta tendrá su corazón apegado a Él solamente, no a las personas. Sin embargo, si su esperanza en Dios decrece, entonces su corazón estará apegado a las personas, con la esperanza de que ellos satisfagan sus necesidades mundanas. Esta es la duda oculta en la que muchos musulmanes caen, excepto aquellos a quienes Dios protege y guía[48].

 La esperanza continúa después de la muerte

Cuando el musulmán fallece y se encuentra con Dios, su esperanza se incrementa si fue una persona recta. Cuando alguien que fue contratado para un trabajo está por recibir su sueldo, su esperanza en recibir el sueldo se vuelve más fuerte; de la misma forma, cuando la persona honrada está ante Dios, su esperanza en recibir la recompensa, crece.

El Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él) nos dijo en una de las narraciones que el musulmán honrado invoca a Dios aun cuando está muerto, diciendo: “Oh, Dios, apresura la Hora”[49], para que pueda ver a Dios y a sus seres queridos. Una ventana al Paraíso será abierta para él, para que pueda sentir sus bendiciones, y se le dirá: “Duerme el sueño del novio, a quienes nadie podría despertar excepto la más querida para él”[50].

En el caso de los incrédulos, estarán aterrados en sus tumbas y desearán que la hora nunca llegue. Esto es porque enfrentarán un terrible tormento, y porque conocerán la severidad del castigo que les espera.

Dios dijo acerca del Faraón, su gente y sus soldados (traducción del significado):

“El fuego los alcanzará por la mañana y por la tarde, pero el día que llegue la Hora [del Juicio, se les ordenará a los ángeles:] “Arreen al Faraón y sus seguidores al castigo más severo”[51] (Corán, 40:46).

Están en sus tumbas y su temor se incrementa, porque están expuestos al Fuego cada día y conocen muy bien su morada final y su destino.

 ¿Cuándo colocar nuestras esperanzas en la gente implica asociar a otros con Dios?

El más alto nivel de la fe es cuando uno coloca su esperanza en Dios, y no en la gente. Uno puede tener cierta esperanza en la gente, como esperar que cierta persona sea capaz de ayudarnos, debido a su habilidad o conocimiento. Esto es algo a lo que todos nos enfrentamos cotidianamente. Sin embargo, la pregunta importante es, ¿cuándo poner nuestras esperanzas en otra persona implica asociar a otros con Dios?

Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Quien iguale a Dios a Sus servidores, en amor, esperanza, o temor, ha cometido idolatría pues ha asociado a otros con Dios”[52].

Por lo tanto, la norma es que si uno coloca su esperanza por igual en Dios que en la gente, entonces ha cometido idolatría. Así uno debe tener cuidado y esforzarse contra uno mismo para mantenerse apartado de este sentimiento, para que Dios nos proteja del castigo.

 Conclusión

El creyente debe combinar la esperanza y el temor en su servicio a Dios, para lograr sus objetivos y encontrar satisfechas sus necesidades.

Al-Manawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Temor y esperanza son dos actitudes de servicio: el temor representa la necesidad, mientras que la esperanza representa la debilidad. El servicio a Dios será puro ya sea por temor a nuestras faltas, o por la gratitud de ser capaz de realizar buenas obras. Recordar nuestras faltas implica temor, y ver que somos capaces de realizar buenas obras, implica esperanza”[53].

El musulmán se debe mantener apartado del sentimiento de desesperación de la misericordia de Dios, y debe pensar bien de su Señor. Al-Manawi (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Desesperar de la misericordia de Dios disminuye nuestras oportunidades de recibir la misericordia y bendiciones de Dios, y esta es la razón por la cual es considerado uno de los más graves pecados, como la idolatría. Tener esperanza en Dios y pensar bien de Él están entre las más grandes provisiones que uno puede tener en esta vida”[54].

Quien se evalúa a sí mismo no debe cegarse de ver sus errores y faltas, afirmando que tiene esperanza en Dios y Su misericordia. No debemos carecer de esperanza, porque la persona que no tiene esperanza está muerta. Ibn Al-‘Alá' (que Allah tenga misericordia de él) dijo: “Hermanos en el Islam, deben saber que los actos del corazón están relacionados unos con otros, y que cuando uno de ellos se hace fuerte, los otros se ven influenciados por él; y que cuando uno de ellos se vuelve débil, los otros también se ven influenciados por él”[55].

Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Sepan que hay tres actitudes que acercan a una persona a Dios: el amor, la esperanza y el temor, y el más fuerte de todos estos es el amor. El amor es lo que motiva y empuja a una persona a moverse al Ser amado, y cuanto más fuerte es el amor, más firmes son sus pasos hacia el amado. La esperanza también lo conduce al Ser amado, mientras que el temor le impide desviarse del camino recto. Este es un gran principio al que el musulmán debe prestar atención, porque su servicio a Dios no estará completo sin él, y el musulmán debe servir a Dios solamente y a nadie más”[56].

Hermanos en el Islam, deben saber que prestar atención a una de estas dos actitudes del corazón pero descuidar la otra sólo conduce al musulmán al desvío y al error. Ibn Taimíyah (que Allah tenga misericordia de él) dijo:

“Algunos musulmanes piadosos han dicho que “Quien adora a Dios con amor solamente es un muryi’ (un grupo del pasado que hacía hincapié de forma desmedida en la esperanza), y quien adora a Dios con temor solamente es un haruri (otro grupo del pasado que hacía un hincapié desmedido en el temor, y que descreía del perdón), y quien adora a Dios con el amor solamente es un sufi. Pero quien adora a Dios con amor, con temor y con esperanza, es quien sigue verdaderamente el ejemplo del Profeta Muhámmad (que la paz y las bendiciones de Allah sean con él)[57].

Dios nuestro, protégenos y ten misericordia de nosotros, porque no tenemos esperanza en nadie excepto en Ti; Tú eres suficiente para nosotros y nuestro mejor respaldo.


 Evalúate a ti mismo

Las siguientes son algunas preguntas sobre el asunto de la esperanza. Están divididas en dos niveles, el primero puede responderse automáticamente, mientras que el segundo requiere una profunda reflexión antes de responder.

 El primer nivel:

      ¿Cuál es la diferencia entre la verdadera esperanza y la ilusión?

      Mencione cuatro frutos de tener esperanza en Dios.

      Mencione cosas que nos ayuden a tener esperanza.

      Mencione un verso del Corán que hable tanto de la esperanza como del temor.

      ¿Cuándo debe el musulmán hacer que la esperanza sobrepase al temor?

      ¿Cuándo debe el musulmán hacer que el temor sobrepase a la esperanza?

      Enumere los tipos de esperanza elogiables y los desaconsejables.

      ¿Cuáles son los niveles de la esperanza?

      ¿Cuáles son los signos que indican que nuestra esperanza está sana?

      ¿Cuáles son los sentimientos que motivan al corazón?

 El segundo nivel:

      ¿Cuál es el significado de la siguiente frase: “Todo el que tiene esperanza tiene temor, y todo el que tiene temor, tiene esperanza”?

      Mencione cosas que ayuden a lograr la esperanza además de las que se han mencionado en este libro.

      ¿Es la esperanza una cura? Si es así, explique cómo.

      Mencione el principio que uno debe cumplir en su corazón con respecto al temor y la esperanza.

      ¿Por qué mencionar a Dios es uno de los frutos de la esperanza?

      ¿Qué es la desesperación, y cómo puede el musulmán mantenerse alejado de ella?

      ¿Cuándo tener esperanza en la gente implica un acto de idolatría?

      ¿Está limitada a los asuntos del Más Allá la esperanza? Explique cómo.

      ¿Cómo puede uno evitar las ilusiones?



[1] Faid Al-Qadir, 67/5.

[2] Faid Al-Qadir, 408/5.

[3] Ar-Ruh, 246.

[4] Madárich As-Saalikín, 35/2.

[5] Faid Al-Qadir, 67/5.

[6] Reportado por Ibn Abu Shaiba en su libro Al-Musánnaf (30351), y Al-Hákim en su libro Shu’ab al-Iimán (66). Ibn Al-Qayím lo clasificó como auténtico.

[7] Reportado por Al-Manáwi en su libro Faid Al-Qadír (67/5).

[8] Mujtásar Tarij Dimashq, 357.

[9] Tariq al-Hiyratain (272).

[10] Madárich as-Saalikín (50/2).

[11] Al-Fatáwa al-Kubra (182/5).

[12] Madárich as-Saalikín (45/2).

[13] Badá'i al-Fawá’id (523/3).

[14] Narrado por at-Tirmidi (3373) y clasificado como auténtico por al-Albani.

[15] Madárich as-Saalikín, 471/1.

[16] ‘Umdat al-Qári, 23/66-67.

[17] Reportado por Al-Baihaqi en su libro Shu’áb al-Imán, 1027.

[18] La explicación de An-Nawawi en el libro de Muslim, 73/17.

[19] Maymu’ al-Fatáwa, 21/7.

[20] Badá’i al-Fawá’id, 735/3.

[21] Fáth al-Bari, 330/11.

[22] Fáth al-Bari (532/2).

[23] Faid al-Qadír (78/2).

[24] Faid al-Qadír (369/6).

[25] Reportado por Al-Bujari (7505) y Muslim (2675).

[26] Reportado por Áhmad (16059); Al-Hákim lo clasificó como auténtico, y Ad-Dahabi aprobó esto.

[27] ‘Umdat al-Qári (101/25).

[28] Reportado por Muslim (2877).

[29] Explicación del libro Sahih Muslim, por el Imam An-Nawawi (138/2).

[30] Shu’áb al-Imán (1008) y Hiliat al-Awlíya' (31/3).

[31] La explicación de An-Nawawi en el libro de Muslim (210/170).

[32] Faid al-Qadír (446/2).

[33] La explicación de An-Nawawi en el libro de Muslim (73/17).

[34] Al-Yawáb al-Káfi (15/11).

[35] Fáid al-Qadir (446/2).

[36] Fáth al-Bari (301/11).

[37] Latá’if al-Ma’árif (43).

[38] Reportado por Muslim (1901).

[39] Tafsir At-Tabari (205/5).

[40] Tafsir At-Tabari (459/6).

[41] Reportado por At-Tirmidi (3540) y clasificado como auténtico por Al-Albani.

[42] Reportado por Al-Bujari (2768) y Muslim (2441).

[43] Reportado por Ad-Dárimi, 304.

[44] Tafsir Ibn Abu Hátim, 65/9.

[45] Tafsir ‘Abd er-Razzáq, 236/3.

[46] Maymu’ al-Fatáwa, 452/7.

[47] Tafsir at-Tabari, 284/7.

[48] Maymu' al-Fatáwa, 94/1.

[49] Reportado por Áhmad (18557); Al-Albani lo clasificó como auténtico.

[50] Reportado por At-Tirmidi, 1071; Al-Albani lo clasificó como auténtico.

[51] Desde el momento de su muerte hasta el Día de la Resurrección, cuando serán levantados de sus tumbas.

[52] Maymu' al-Fatáwa, 339/27.

[53] Faid al-Qadír (315/3).

[54] Faid al-Qadír (455/6).

[55] Al-Yawáb al-Kafi (21).

[56] Maymu' al-Fatáwa (95/1).

[57] Maymu' al-Fatáwa (81/10).