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En el pasado, cuando los Padres de la Iglesia - u otros individuos - se enfrentaban con alguna de las ambigüedades y contradicciones de la Biblia; especulaban sobre su significado. Una vez aceptado el resultado de su especulación – es decir su interpretación personal -, esta se convertía en un Dogma Sagrado. Con el pasar de los siglos de convertía en un hecho comprobado. Pero tales conclusiones no son verdades indiscutibles de ningún modo. Por el contrario, son especulaciones e interpretaciones convertidas en Tradición. Este libro intenta demostrar este proceso y cómo el actual "Evangelio" no es la palabra de Dios, sino la opinión de distintas personas.

 EL NUEVO TESTAMENTO HOY… ¿PALABRA DE DIOS?

 Introducción

          Miles de personas han discutido, asesinado y causado guerras en el transcurso de los últimos dos mil años a causa de cómo se deberían entender ciertos pasajes del Nuevo Testamento. En el pasado, cuando los Padres de la Iglesia - u otros individuos - se enfrentaban con alguna de las ambigüedades y contradicciones de la Biblia; especulaban sobre su significado. Intentaban interpretarla. Una vez aceptado el resultado de su especulación – es decir su interpretación personal -, se convertía en un Dogma Sagrado. Con el pasar de los siglos de convertía en un hecho comprobado. Pero tales conclusiones no son verdades indiscutibles de ningún modo. Por el contrario, son especulaciones e interpretaciones convertidas en Tradición. Y esta Tradición es frecuentemente confundida con los hechos comprobados.

          Sabemos, básicamente, cuales son los puntos de vista de las principales ramas del cristianismo, pero... ¿Cómo se llegaron a formular estas doctrinas?

Para comprender completamente lo que es el Cristianismo y aquel Jesús - La Paz sea con él - histórico, es necesario analizar todos los aspectos posibles. Y no solo es importante saber lo que la Iglesia enseña; sino que es también importante saber lo que es ignorado y por qué es ignorado. Los evangelios nos dan una idea de quién era Jesús - La Paz sea con él -, pero los evangelios son documentos de una excesiva y mítica simplicidad. describen un mundo infantilmente limitado a unos pocos conceptos, un mundo con un solo personaje, digno de cuentos de hadas, totalmente desligado del tiempo en que vive. Y el efecto es como leer una biografía de algún personaje estadounidense famoso, como Billy Graham, por ejemplo, que no menciona sus amistades con varios presidentes y otros personajes influyentes, que no menciona el asesinato de Kennedy, ni habla de los movimientos raciales por los derechos civiles, ni de la guerra de Vietnam o los valores de cambiaron durante los sesentas, ni el Watergate ó sus consecuencias.

          Contrariamente a las tradiciones cristianas, Palestina a principios de la Era Cristiana no era ningún reino de cuentos de hadas. Era un lugar real; con personajes reales, tal y como vemos en cualquier otro lugar y en cualquier otra época. Herodes no fue el rey de alguna oscura leyenda. Era un poderoso gobernante, cuyo paso por el trono de Israel (37 AC. al 4 AC.) se extendió más allá del contexto bíblico hasta coincidir con famosas figuras seculares - Julio César, Cleopatra, Marco Antonio, Augusto y varios otros personajes familiares para nosotros desde el colegio hasta en las obras de Shakespeare. Palestina en el siglo primero de la Era Cristiana, como cualquier otro lugar en el mundo, estaba sujeta a la influencia de una compleja gama de factores sociales, sicológicos, políticos, económicos, culturales y religiosos. Numerosas facciones luchaban entre sí o internamente. Muchas facciones tenían objetivos opuestos pero constantemente realizaban alianzas, temporales y sólo por conveniencia. Se urdían acuerdos secretos. La gente, como en otros lugares y épocas, se debatían entre el sopor apático y el fanatismo histérico, entre la vil cobardía y la convicción ferviente. Muy poco, si es que hay, de esto se menciona en los evangelios, solo un residuo de confusión. Sin embargo, conocer estas tendencias, es esencial para comprender al Jesús histórico - La Paz sea con él - (El Jesús que realmente caminó sobre el suelo palestino dos mil años atrás) más que al Cristo de la Fe. Es a éste Jesús - La Paz sea con él - que pretendemos comprender más claramente. Hacer esto no es declararse anticristiano.

Un estudio de la historia de la Iglesia Primitiva con interpretaciones alternativas al Nuevo Testamento dan al rol de Jesús - La Paz sea con él - una nueva luz. ¿Y si el Jesús histórico no coincide con el Cristo de la religión?... muchas otras preguntas se nos presentarán: ¿Cuál era su propósito real? ¿Qué del nacimiento virginal? ¿Qué de los milagros que hizo? La parte final de este libro responde a estas preguntas desde una perspectiva islámica. Mucha gente ha oído hablar del Islam. Pero decir lo que este definitivamente significa es frecuentemente difícil. Los musulmanes creen que la Torah, el Evangelio y el Corán fueron todos originalmente revelados por un mismo Dios. Y es sobre esta base - La fe en un solo Dios y una historia compartida- que esperamos lograr una mejor comprensión de las tres más famosas religiones del mundo. 


 Nota sobre la traducción

En el nombre de Allah, El Clemente, El Misericordioso. Las alabanzas son solo para Allah, El Único, Señor del Universo.

A veces las personas pasan años y años manteniendo un punto de vista; pero después de mucho tiempo llega alguien que, basándose en las mismas pruebas, llega a una conclusión diferente y demuestra que su conclusión es lo más correcto. Entonces estamos ante dos caminos: El primero; ignorarlo y seguir encerrados en nuestras opiniones. El segundo; vencer nuestro propio ego y orgullo, luchar contra la ceguera y el dolor, reconocer nuestro error y aceptar lo correcto. Luego de un tiempo pensaremos cuán ciegos estábamos y agradeceremos a esa persona que nos mostró una nueva visión de las cosas, a pesar del sufrimiento inicial que nos causó.

Les presentamos este libro titulado “El Evangelio hoy... ¿Palabra de Dios?”. Es una interpretación alternativa a muchas de las interrogantes sobre La Biblia. No debe ser tomado como 100% correcto sin antes corroborar personalmente las ideas que el autor presenta, no es la intención ofender ni calumniar, sino plantear una alternativa a estos dilemas que atormentan a la gente religiosa desde hace dos mil años. Esperamos que este libro traiga algún beneficio a quien lo lea. Dios sabe que esa es la intención.

Cabe notar que la versión de la Biblia que usamos en las citas bíblicas es la “Santa Biblia”, editada por “Sociedades Bíblicas Unidas”, revisada en 1960. También sacamos informaciones de la conocida “Biblia Latinoamericana” de 1989, sobre todo la Introducción al Nuevo Testamento. No pudimos humanamente abarcar las distintas y diferentes versiones, traducciones, revisiones y ediciones de la Biblia. Esperamos que se nos comprenda cuando citamos algo y esto aparezca de otra manera en la Biblia que el lector posee. Las notas de pie del capítulo seis no son del original en inglés sino de la traducción española.

Lic. Isa Amer Quevedo

Jefe de la Sección de Traducciones

CENTRO ISLAMICO BOLIVIANO

Santa Cruz, Bolivia. 19 de julio de 1997


 Capítulo 1

 Los Primeros Libros escritos acerca de Jesús

          A diferencia de lo que muchos cristianos creen, hubo muchos evangelios y epístolas escritas sobre los dichos y enseñanzas de Jesucristo que jamás formaron parte del Nuevo Testamento. Estos evangelios y epístolas fueron conocidos por medio de los historiadores, los primeros padres de la Iglesia y por el descubrimiento de los manuscritos de Nag Hammadi y los rollos del Mar Muerto. Debido a la diversa literatura existente en ese entonces sobre Jesucristo, hubo mucho desacuerdo entre las primeras autoridades de la naciente Iglesia acerca de qué libros debían ser oficialmente considerados como “Canónicos”. Los libros del Nuevo Testamento, tal como lo conocemos hoy, no fueron definitivamente aceptados hasta los concilios de Hippo Regios en 393 DC y Cartago en 397 DC[1]

 Otros libros

          Hubo otros libros, que en un principio se consideraron canónicos, pero que no están incluidos en lo que es el Nuevo Testamento Moderno. Una de las primeras copias del Nuevo testamento, llamada “Códice Sinaítico”, que hoy se encuentra en el Museo Británico y data del año 350 DC; incluye “La Epístola de Bernabé “ y “El Pastor de Hermas”. Otra de las más antiguas copias de Nuevo Testamento, llamada “Códice de Alejandría”, incluye los escritos conocidos como “Primera y Segunda Epístola de Clemente”, fue escrita en el siglo V DC y está en el Museo Británico.

          En 1945 se descubrieron 52 textos de tempranas escrituras cristianas en el Alto Egipto, cerca del pueblo de Nag Hammadi. Estos son los “Textos de Nag Hammadi”. Algunos estudiosos remontan los manuscritos al período entre 350 - 400 DC, mientras otros los remontan a épocas tan tempranas como 120 - 150 DC[2]. En 1966, estos manuscritos fueron traspasados a un grupo de eruditos para ser traducidos y publicados. En 1977 el cuerpo completo de los manuscritos de Nag Hammadi fue publicado en inglés.

          El descubrimiento original de los pergaminos del Mar Muerto fue en 1947 en una cueva del Valle del mar Muerto, en una localidad conocida como Qumrán. No se sabe cuantos pergaminos fueron originalmente encontrados, debido a que estos pasaron por las manos de muchas personas. Algunos fueron quemados, otros vendidos en el mercado negro. A pesar de esto, siete pergaminos pasaron al dominio público, acompañados por veintiún fragmentos.[3] Búsquedas subsecuentes en estas cuevas produjeron más material, una cueva en particular, contenía más de 800 pergaminos. Los pergaminos del mar Muerto contienen material concerniente al Antiguo Testamento y la temprana Cristiandad.

          Para pesar de muchos eruditos, historiadores y mentes investigadoras, el proceso de traducción de los pergaminos del Mar Muerto ha sido extremamente lento, comparado con el de los textos de Nag Hammadi. Hoy, cuarenta años después del descubrimiento de estos, la gran mayoría espera aún la publicación. Sólo a un estrictamente reducido grupo de investigadores se les ha permitido llegar a los pergaminos. Todos los pedidos de otros eruditos, para estudiar los pergaminos, han sido negados. Este reducido grupo con acceso a los manuscritos, se encuentra bajo la tutela de la Comisión Bíblica Pontificia, controlada por el Vaticano[4]. Estos eruditos trabajan a través del Instituto llamado “Ecole Biblique”, localizado en Jerusalén y manejado por monjes Dominicanos[5].

          La Comisión Bíblica Pontificia aún supervisa y monitorea todos los estudios bíblicos llevados a cabo bajo el auspicio de la Iglesia Católica. También publican decretos oficiales acerca de “ La forma correcta para enseñar...la escritura”[6]. En 1907, el Papa Pío X decretó que era obligatoria la adhesión a estos decretos. El 21 de abril de 1964, por ejemplo, la Comisión lanzó un decreto gobernando todas las becas para estudios bíblicos en general, pero especialmente “La verdad histórica de los evangelios”. El decreto era bastante tajante, remarcaba que “ En todo momento el intérprete debe mantener un espíritu de obediencia directa a la autoridad adoctrinante de la Iglesia”[7]. Cualquier erudito trabajando bajo la tutela de la Comisión - esto obviamente incluye a los que están trabajando en la “Ecole Biblique”- es, por lo tanto, restringido por los decretos de esta comisión, cualquiera que sea la conclusión obtenida y cualquiera que sea la dirección en que lo lleva la investigación, el no debe, en sus escritos y enseñanzas, contradecir la autoridad de la Comisión Doctrinal[8].

          Los siguientes son los títulos de algunos de los manuscritos encontrados en Nag Hammadi ó en el Mar Muerto, fueron mencionados en los escritos de los primeros historiadores. Se debe notar que estos son sólo algunos y no todos:

 ·         La Sabiduría de Jesucristo.

 ·         El Segundo Apocalipsis de Santiago.

 ·         El Evangelio de los Nazarenos.

 ·         El Evangelio de los Egipcios.

 ·         El Evangelio de Felipe.

 ·         El Apócrifo (Libro Secreto) de Juan.

 ·         El Evangelio de la verdad.

 ·         El Libro Secreto de Santiago.

 ·         El Apocalipsis de Pablo.

 ·         Carta de Pedro a Felipe.

 ·         El Apocalipsis de Pedro.

 ·         El Testimonio de la Verdad.

 ·         El Evangelio de María (Magdalena).

 ·         El Diálogo del Salvador.

 ·         Tratado de Resurrección.

 ·         El Comentario de Habakkuk.

 ·         El Pergamino de Guerra.

 ·         El Documento de Damasco.

 ·         El Pergamino del Templo.

 ·         El Libro de Tomás el Rival.

 ·         Sobre el origen del mundo.

Antes del descubrimiento de los textos de Nag hammadi y los pergaminos del mar Muerto, no sabíamos nada de las escrituras de los primeros cristianos, porque se ordenó destruirlas. Durante el reinado del Emperador cristiano Flavio Teodosio (379 - 395 DC) todas las escrituras que no estaban de acuerdo con la doctrina de la Cristiandad romana eran quemados, con la aprobación del Emperador y la Iglesia. Nuevamente, durante el reinado del Emperador Cristiano Valentiniano III (425 - 454 DC), El Emperador ordenó que se quemen todas las escrituras opuestas a la Versión Romana del Cristianismo.[9]

 Los Documentos del Nuevo Testamento

          Los evangelios no fueron documentos escritos por los apóstoles de Jesucristo ni fueron considerados “inspirados por el espíritu Santo” cuando fueron escritos. En el siglo II DC, San Justino se refirió a los evangelios como “Las Memorias de los Apóstoles”. En la introducción del Evangelio de Lucas, el autor afirma que su intención es la de “compilar” un registro como el de otros y dice que recibió esta información de testigos oculares - Implicando que él no era un testigo ocular. La introducción a su capítulo dice así:

      “Puesto que ya muchos han tratado de poner en orden la historia de las cosas que entre nosotros han sido ciertísimas, tal como nos lo enseñaron los que en el principio lo vieron con sus ojos, y fueron ministros de la palabra, me pareció también a mí, después de haber investigado con diligencia todas las cosas desde su origen, escribírselas en orden...”[10]

  Los estudiosos de nuestra época concuerdan que los evangelios no datan de la época de Jesucristo. la mayor parte data del período entre las dos grandes revoluciones en Judea - del 66 al 74 DC y del 132 hasta el 135 DC- según los más antiguos registros. Estos primeros escritos pudieron haber incluido documentos perdidos en ya esa época - ya que hubo una total destrucción de registros escritos al despertar la primera rebelión. Pero es más que seguro que había una tradición oral. Algunos de los relatos eran indudablemente muy exagerados y distorsionados, recibidos y transmitidos de segunda, tercera y hasta cuarta mano. Otros, a su vez, tal vez estaban originados en personas que vivieron en la época de Jesús y, tal vez, le conocieron personalmente. Un hombre joven en la época de la crucifixión bien podía haber sobrevivido hasta la época en que los evangelios fueron escritos.

          Se considera al evangelio de Marcos como el primero de los evangelios, compuesto en algún momento de la revolución del 66-74 DC, o tal vez un poco después, excepto por su mención de la resurrección, que es una adición mucho más tardía.

          A pesar de no ser de los discípulos originales, Marcos parece venir de Jerusalén. parece ser compañero de San Pablo, y su evangelio presenta indiscutibles estampas del pensamiento Paulino. Pero si Marcos fue nativo de Jerusalén, su evangelio parece ser - según afirma Clemente de Alejandría- dirigido a una audiencia greco-romana. Esto en sí explica mucho. En la época de la composición del evangelio de Marcos, Judea estaba, o había estado recientemente, en abierta revuelta, y miles de judíos eran crucificados por rebelarse contra el Régimen Romano. Si Marcos deseaba que su evangelio sobreviviese e impresionase a una audiencia romana, es imposible que haya presentado al Jesús Anti-romano. A fin de asegurar la supervivencia de su mensaje, Marcos debió verse obligado a exonerar a los romanos de matar a Jesús - Para dejar limpio al régimen existente y profundamente complicado, y acusar a ciertos judíos de matar al Mesías. Este método fue adoptado, no solo por los demás autores de evangelios, sino por la Iglesia Cristiana Primitiva. De no ser por esta artimaña ni los evangelios ni la Iglesia hubiesen sobrevivido.

          El evangelio de Lucas data del año 80 DC. Lucas parece ser un médico griego que compuso su trabajo para un oficial romano de alto rango en Cesarea, la capital romana de Palestina. Para Lucas, por lo tanto, era necesario aplacar y apaciguar a los romanos y descargar la culpa en otro lado.

          Para cuando el evangelio de Mateo fue compuesto - alrededor del año 85 DC- dicha transferencia de culpa parece haber sido aceptada como un hecho establecido y no era cuestionada. Más de la mitad del evangelio de Mateo deriva del evangelio de Marcos, a pesar de haber sido compuesto en griego y reflejar características netamente griegas. El autor parece haber sido un judío, posiblemente un refugiado de Palestina. No debe ser confundido con Mateo el discípulo, que vivió mucho antes y que probablemente hablaba solo arameo.

          No se necesita estudiar mucho para descubrir que estos tres evangelios tienen mucho material en común. Encontramos, por ejemplo, que 606 versículos de los 661 de Marcos aparecen en el evangelio de Mateo y 380 de los versículos de Marcos se repiten con pequeñas variaciones en Lucas. Poniéndolo de otra forma, de 1068 versículos de Mateo, cerca de 500 contienen material encontrado en Marcos; de 1149 versículos que componen Lucas, cerca de 380 tienen paralelo en Marcos. En conjunto, existen tan solo 31 versículos de Marcos que no tienen paralelo en Mateo y Lucas[11].

          Los evangelios de Marcos, Mateo y Lucas son conocidos extensamente como los “Evangelios Sinópticos”, implicando que ellos ven “ojo a ojo” ó “con un solo ojo” - Lo cual, obviamente, no es así. De cualquier manera, la similitud entre ellos sugiere un origen común - tal vez una tradición oral o algún documento perdido después. Esto los distingue claramente del evangelio de Juan, que delata significativamente diferentes orígenes.

          Por otro lado, nada se sabe sobre el autor del cuarto evangelio. Verdaderamente no hay razón alguna para asumir que su nombre sea Juan. A excepción de “Juan el Bautista”, el nombre de Juan no aparece en ningún pasaje de este evangelio, y su atribución a un hombre llamado Juan fue aceptada más tarde por tradición. Este es el último evangelio de entre los presentes en el Nuevo Testamento, compuesto alrededor del 100 DC en las vecindades de la ciudad griega de Efeso.[12]

          A pesar de que un sinnúmero de nombres se atribuyen a los evangelios y las epístolas, no se sabe si estos fueron los verdaderos autores. La práctica de inventar documentos y falsamente atribuirlos a otros, los apóstoles por ejemplo, es bien conocida en las primeras iglesias gentiles en la segunda mitad del siglo II DC.

Dionisio, Obispo de Corinto, escribió:

“Como los hermanos deseaban que escribiese epístolas, lo hice, y estos apóstoles del Diablo las han llenado de supercherías, alterando algunas cosas y añadiendo otras, para estos hay un castigo reservado. No es pues extraño que algunos hayan intentado adulterar las santas escrituras del Señor, ya que lo han hecho con otros libros que no se comparan con estas.”[13]

          ¿Por qué se considera al Nuevo Testamento como palabra de Dios?

“La Biblia abierta”, que es un estudio bíblico que usa la traducción de la Biblia “New American Standard” de 1959; se refiere a II Timoteo 3:16 como respuesta que dice: “Toda escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, redargüir, para corregir, para instruir en justicia.”.

El Nuevo Testamento como lo conocemos hoy, no fue finalizado hasta que los concilios eclesiásticos clasificaron los libros canónicos en el norte de África, en Hippo Regius el 393 DC y en Cartago el 397 DC. Muchos de los documentos del Nuevo Testamento eran considerados canónicos antes de ese tiempo, aún así, la duda se mantenía. Los únicos libros sobre los que aún había grandes dudas después del siglo II DC eran algunos de los que están al final del Nuevo Testamento.

          Orígenes (185-254 DC), un estudioso de la Biblia, menciona los cuatro evangelios, Hechos de los apóstoles, los trece paulinos, I Pedro, I Juan y el Apocalipsis como los libros aceptados por todos; dice además que: Hebreos, II Pedro, II y III Juan, Santiago, Judas, la Epístola de Bernabé, el Pastor de Hermas, el Didache y el Evangelio según los Hebreos fueron discutidos por algunos. Orígenes decía lo siguiente sobre la epístola de Los Hebreos:

“Si preguntan por mi opinión, diría que (El tema ) en cuestión es el evangelio del apóstol (Pablo), pero que la fraseología y la construcción es de aquellos que recordaban la enseñanza del apóstol y escribieron su propia interpretación de lo que su maestro les dijo.”[14]

          El Obispo Eusebio (c. 260-339EC) de Cesarea, menciona qué libros eran cuestionados:

“Aquellos (Libros) que están en disputa, aunque sean familiares para muchos, incluyen las epístolas conocidas como Santiago, Judas, II Pedro y esos llamados II y III de Juan, sea este el trabajo del evangelista o de alguien más con el mismo nombre.

Entre los libros falsos deben contarse: Los “Hechos de Pablo”, “El Pastor” y “Revelaciones de Pedro”; también la llamada “Epístola de Bernabé” y las “Enseñanzas de los Apóstoles”, junto con el Apocalipsis de Juan, si es que este es su lugar apropiado, pues ya mencionamos que algunos lo rechazan y otros lo cuentan entre los libros reconocidos.”[15]

Dionisio, Obispo de Alejandría (247-264EC) confirma lo que otros pensaban del Apocalipsis de Juan, mucho antes de que este sea siquiera parte del Nuevo Testamento Canónico[16]:

“Algunos de nuestros predecesores rechazaron el libro y rompieron en pedazos, rebatiéndolo capítulo por capítulo, pronunciándolo inentendible e ilógico; y lo catalogaron de falso. Dijeron que no era de Juan y mucho menos una revelación, puesto que estaba cubierto por una gruesa cortina de la incomprensibilidad. Lejos de ser de alguno de los apóstoles, el autor del libro no era ni uno de los santos, ni miembro de la Iglesia, sino Cerintius, fundador de una secta llamada “Los Cerintios” por él, que quiso adjuntar un nombre de prestigio a su propia creación. Esta, dijeron, es la doctrina que enseñaba: Que el reino de Cristo sería en la Tierra, y que las cosas que él deseaba eran su propiedad, ser esclavo del cuerpo y la sensualidad, llenando el Cielo con sueños; indulgencia ilimitada en la glotonería y la lujuria en banquetes, borracheras, matrimonios (por llamar estas cosas con lo que el pensó eran nombres respetables), festivales, sacrificios y la inmolación de víctimas.”

          ¿Por qué tomó tanto tiempo el declarar estos libros auténticos? Para darnos una perspectiva del tiempo, debemos recordar que solo han pasado 200 años desde que los EE.UU. se independizaron de Inglaterra. pero no fue sino después de 400 años de la Ascensión de Jesucristo que el Nuevo Testamento fue terminado. Esto se hizo en una época donde ya no había sino un material muy pobre y todo tuvo que copiarse laboriosamente a mano. Dado que la decisión final de lo que debía entrar en el Nuevo Testamento oficial unificado fue tomada 400 años después de la Ascensión de Jesucristo; entonces ¿A qué escrituras se refería en II Timoteo 3:16? ¿Estaba el autor refiriéndose también a la Epístola de Bernabé, al Pastor de Hermas, al Didache y al Evangelio según los Hebreos? ¿o algunos de los pergaminos hallados en Nag Hammadi y/o el Mar Muerto? ¿Cómo podían ser aceptados como Santa Escritura los totalmente desconocidos libros del Nuevo Testamento que fueron escritos después de la época de II Timoteo? Debido a estos cuestionamientos, lo más probable es que el autor de II Timoteo se refería al Antiguo Testamento. Si el autor de II Timoteo se refería al Antiguo Testamento, la pregunta aún sin responder es: ¿Qué es lo que hace que las escrituras del Nuevo testamento se consideren inspiradas o con autoridad?

          Las epístolas de Pablo, y su descripción de Cristo, no siempre fueron aceptadas extensamente. En su “Historia de la Iglesia”, Eusebio describe dos sectas con el nombre de “Ebonitas”. Dice lo siguiente de una de ellas:

Ellos (Los Ebonitas) nunca negaron que el Señor nació de una virgen por medio del Espíritu Santo, pero compartían un firme rechazo a la pre-existencia de Jesús como Dios, el Verbo y la Sabiduría.... Sostenían que todas las epístolas de Pablo debían ser rechazadas, y lo llamaban un renegado de Ley; usaban solo el Evangelio de los Hebreos, y trataban a los otros con poco respeto. Como otras sectas, observaban el Sabbat y toda la Ley Judía.”[17]

          Algunas Biblias modernas documentan errores cometidos en traducciones anteriores. El prefacio de la Versión Revisada Standard de 1971 establece que la Versión del Rey Jacobo de 1611 tenía “errores muy graves”. Estos defectos fueron descubiertos al encontrarse manuscritos más antiguos que los que sirvieron de base a la Versión del Rey Jacobo. Se afirma que “estos defectos son tantos y tan graves como para llamar a una revisión de la traducción inglesa”. En la Nueva Biblia Americana Standard, hay más de 127 notas de pie de página que testimonian correcciones hechas en base a manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento. Se observa, por ejemplo, que algunos de los “más antiguos manuscritos” no contienen los últimos once versículos del capítulo 16 de Marcos, ni los versos 7:53 - 8:11 de Juan. También dice que muchos manuscritos no contienen Hechos 8:37 que dice:

“Y Felipe dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios.”

En Marcos 1:1 dice: “principio del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios”, Una nota de pie dice que muchos manuscritos no contienen la frase. En Apocalipsis 13:18, aprendemos que el Número de la Bestia es 666, pero una nota de pie dice que algunos manuscritos dicen 616. Algunos de los 127 mencionados versos dudosos por la Nueva Biblia Americana Standard (New American Standard Bible) son significativos; son de los usados para argumentar que Jesús es el Hijo de Dios. Si las versiones más antiguas no contienen versos que las versiones posteriores de Nuevo testamento si tienen; solo nos cabe decir que estos versos fueron añadidos más tarde. Pero... ¿Fueron estas las únicas adiciones hechas al Nuevo Testamento? Tal vez nuevos descubrimientos de manuscritos más antiguos o la traducción de alguno de los pergaminos del Mar Muerto revelarán cambios adicionales.

¿Qué es lo que hace a los libros del Nuevo Testamento Palabra de Dios? ¿Por qué los cristianos creen que los libros del Nuevo Testamento son Escrituras Inspiradas? ¿Quiénes son los autores del Nuevo Testamento? ¿Quién le dio al hombre la autoridad de escoger estos escritos y dejar otros fuera? ¿Por qué, por ejemplo, “Epístola a los Hebreos” fue aceptada en el Canon oficial y el “Evangelio según los Hebreos” fue rechazado? ¿Cómo sabemos que los textos originales no fueron adulterados ? Estas preguntas aún no pueden ser respondidas con autoridad. Pero, las respuestas a estas preguntas son las que establecen los fundamentos de la Doctrina Cristiana.


 Capítulo 2[18]

 ¿Cómo era Palestina en tiempos de Jesús?

          La Palestina de siglo I era un lugar lleno de conflictos. Por un tiempo, en la Tierra Santa hubo conflictos dinásticos por el poder, luchas internas y, ocasionalmente, guerras en gran escala. Durante el siglo II antes de Cristo, se estableció transitoriamente un reino judío más o menos unificado - tal como menciona el Libro de Macabeos del Antiguo Testamento. Sin embargo, en el 63 a.C., esta tierra volvía a estar en conflicto y era invadida por nuevos conquistadores. Más de medio siglo antes del nacimiento de Jesús, Palestina cayó ante las legiones de Pompeyo y se impuso el Dominio Romano. Pero el Imperio Romano estaba muy extendido por ese entonces, y demasiado preocupado con sus problemas propios, como para instalar la estructura administrativa necesaria para regir directamente. Es así que los romanos decidieron crear una línea de reyes-títeres que gobiernen Palestina bajo su tutela. Esta es la dinastía de Reyes Herodianos - Que no eran hebreos sino árabes. El primero de estos fue Antípater, que ascendió al trono de Palestina el año 63 a.C.

 Debemos imaginarnos una tierra conquistada por fuerza, sus habitantes sometidos, gobernada por un régimen de reyes-títeres que se mantenían en el poder por medio de la fuerza militar (Romana obviamente). La gente del país pudo mantener su propia religión; pero Roma era la autoridad suprema. Su autoridad era ejercida por medio del Derecho Romano que era forzadamente impuesto por los legionarios romanos, tal como lo hicieron luego en Inglaterra.

          En el año 6 de la Era Cristiana, la situación se tornó más crítica. Ese año, Palestina se dividió administrativamente en una provincia romana y dos tetrarquías. Herodes reinaba en una tetrarquía, Galilea, pero Judea - Capital espiritual y secular - fue puesta bajo control directo de Roma, bajo la administración de un Procurador Romano asentado en Cesarea. El régimen romano era brutal y tiránico. Cuando asumieron el control directo de Judea, tres mil rebeldes fueron crucificados sumariamente. El templo de Salomón fue violado y saqueado, se impusieron elevados impuestos, la tortura era frecuentemente empleada, muchos de los habitantes cometieron suicidio. Esta situación no mejoró en nada con la llegada de Poncio Pilatos, quien presidió como Procurador de Judea entre el 26 DC y el 36 DC. Contrariamente a la imagen que la Biblia nos presenta, los registros existentes indican que Pilatos era un hombre cruel y corrupto, que no solo perpetuó, sino que intensificó los abusos de sus predecesores.

Es por demás sorprendente que no haya - por lo menos a primera vista - ningún tipo de crítica a Roma en los evangelios, ni mención alguna del peso del yugo romano. Es más; el relato evangélico sugiere que los habitantes de Judea estaban plácidamente complacidos con su suerte. Pero, en verdad, muy pocos estaban contentos y muchos estaban lejos de estar complacidos. Los judíos de Tierra Santa pueden fácilmente dividirse en varias sectas y subsectas. Tenemos, por ejemplo, los Saduceos - Una pequeña pero pudiente casta de terratenientes que, para enojo de sus compatriotas, colaboraban con los romanos. Estaban también los Fariseos - Un grupo progresista que introdujo muchas reformas al Judaísmo - que, a pesar de la imagen que de ellos dan los evangelios, se pusieron en firme, pero pasiva, resistencia contra el Imperio Romano. Estaban los Esenios, - Una austera secta de orientaciones místicas - cuyas enseñanzas eran mucho más influyentes y prevalecientes de lo que se supone generalmente. Vale la pena mencionar también a los Nazarenos - De los que Sansón formó parte, siglos atrás, y que aún existían en la época de Jesús.

Habían muchos otros grupos y sectas además de los mencionados.

El año 6 DC, cuando los romanos asumieron control directo de Judea, un rabino fariseo llamado Judas de Galilea creó un grupo de militantes revolucionarios, compuesto al parecer de fariseos y esenios. Este grupo pasó a llamarse “Los Zelotes”. Los Zelotes no eran una secta en el estricto sentido de la palabra; eran un movimiento que reclutaba a sus miembros de entre varias sectas. En la época de la misión de Jesús, los zelotes habían asumido un, siempre creciente, papel preponderante en los asuntos de la Tierra Santa. La actividad de estos zelotes continuaría fuera del control romano hasta mucho después de la Crucifixión. Ya por el año 44 DC esta actividad rebelde se había intensificado tanto que el conflicto armado ya se veía venir.

          En el año 66 DC estalló el conflicto y toda Judea se levantó, en rebelión organizada, contra los romanos. Fue un levantamiento tenaz y desesperado, que probó ser finalmente inútil. Solo en Cesarea, los romanos masacraron a 20.000 judíos. En cuatro años, las legiones romanas ocuparon y arrasaron Jerusalén, saqueando y destruyendo el Templo. El epílogo de esta revuelta significó un éxodo masivo de judíos saliendo de la Tierra Santa. Sin embargo, quedaron suficientes como para incitar otra rebelión, tras aproximadamente sesenta años (132 DC). Finalmente, el año 135 DC, el Emperador Adriano decretó que todos los judíos debían ser expulsados de Judea y Jerusalén pasó a ser esencialmente una ciudad de romanos. Se la denominó Aelia Capitolina.

          La vida de Jesús casi abarcó los primeros 35 años de un conflicto que se extendió por más de 140 años. Este conflicto no cesó con la partida de Jesús, sino que siguió por cien años más, presentándose los sentimientos populares y actitudes sicológicas que se dan naturalmente ante tan sostenida resistencia contra un opresor. Uno de estos sentimientos era la esperanza y el deseo de tener algún héroe-Mesías que libere a su pueblo del tiránico yugo romano. Fue solo por virtud de un accidente histórico y semántico que el término Mesías pasó a ser aplicado exclusivamente a Jesús.

          Para los contemporáneos de Jesús, ningún Mesías jamás sería tenido por deidad. De hecho, la idea de un Mesías-Dios sería absurda, sino impensable. La palabra griega para Mesías es “Christos” ó “Cristo”. El término - ya sea en hebreo o en griego - significaba simplemente El Ungido ( El elegido) y se refería generalmente a un rey. Es así que, cuando David fue ungido rey en el Antiguo Testamento, pasó a ser explícitamente un Mesías o un Cristo. Y cada rey judío de la casa de David fue conocido con el mismo título. Incluso, durante la ocupación romana de Judea, el Sumo Sacerdote de Israel, designado por Roma, era llamado Sacerdote Mesías o Sacerdote Cristo.[19]

           Sin embargo, para los zelotes, y para otros enemigos de Roma, este sacerdote era necesariamente un Falso Mesías.

          Para ellos, el verdadero Mesías significaba algo diferente; era el Rey perdido, aquel desconocido descendiente de David que liberaría a su pueblo de la tiranía romana. El término Mesías, entonces, jamás implicó algo divino. No significaba más que un “Rey Ungido”. Y para el pueblo pasó a denominar a aquel Rey Ungido que sería también un Libertador.

          En otras palabras, era un término de significancia exclusivamente política - algo muy diferente de la idea cristiana posterior de un Hijo de Dios. Y fue este término político y mundano que se pasó a aplicar a Jesús. El fue llamado Jesús el Mesías, en griego Jesús el Cristo. Posteriormente se contraería esta expresión a Jesucristo; un título puramente protocolar fue distorsionado hasta ser un nombre propio.


 Capítulo 3

 “El Rey Justo”[20]

          Los evangelios de Mateo y Lucas afirman claramente que Jesús era de sangre real, un genuino y legítimo rey, descendiente de David y Salomón. Si esto es cierto, le podría conferir por lo menos una importante calificación para ser el Mesías, o para que se le presente como tal. Es evidente que ciertas personas, de orígenes radicalmente diversos y con intereses muy diferentes, estaban listos para reconocer la legitimidad de este reclamo. En Mateo 2:2, tres hombres sabios vinieron buscando a “aquel que nacería como Rey de los judíos”. En Lucas 23:2, Jesús es acusado de que “…pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey”. En Mateo 21:9, al entrar triunfalmente en Jerusalén, Jesús es saludado por una multitud gritando “Hossanna al hijo de David”. No hay duda de que Jesús aquí es vitoreado como rey. Los evangelios de Lucas y de Juan son explícitos en este sentido. En ambos, Jesús es inequívocamente vitoreado como un rey. Y en Juan 1:49, es Nataniel quien dice a Jesús: “¡Tu eres el Rey de Israel!”.

          Y claro, al final tenemos la inscripción “Rey de los judíos” (INRI) que Pilatos mandó fijar en la cruz. Aparte de esto, los evangelios no nos dicen prácticamente nada. En Juan 6:15 hay una frase curiosa, que “...entendiendo Jesús que iban a venir para apoderarse de él y hacerle rey, volvió a retirarse al monte él solo”, también en Juan 19:21-22 vemos que “Dijeron a Pilatos los principales sacerdotes de los judíos: No escribas: Rey de los Judíos; sino que él dijo: Soy rey de los judíos. Pilatos respondió: Lo que he escrito, he escrito”; pero en estos pasajes no se detalla nada. No se nos indica si es que el título fue otorgado o no, si era oficial o no, reconocido o no. No se da información de cómo es que Pilatos quería que se entienda tal apelativo. ¿Qué lo motivó? ¿Qué quería lograr con su acción? En algún punto del pasado se asumió, en base a interpretaciones especulativas, que Pilatos puso el título en tono de burla. Asumir algo más habría sido plantear un sinnúmero de torpes preguntas. Hoy, la mayoría de los cristianos acepta ciegamente, como hecho comprobado, que Pilatos puso el título a manera de burla. Si alguien lee en los propios evangelios, sin los preconceptos conocidos, no hallará prueba alguna que indique que el título no fue puesto con toda seriedad, o que no fuese perfectamente legítimo y reconocido por - como mínimo - parte de los contemporáneos de Jesús, incluyendo a Pilatos. Jesús era, de hecho, “Rey de los judíos”. Fue la tradición posterior que persuadiría a la gente de lo contrario. Sugerir que Jesús era entonces el Rey de los judíos, no estaría en contra de la evidencia; estaría en contra de una tradición extensamente establecida desde hace mucho. En la versión de Mateo del nacimiento de Jesús, los tres sabios (los reyes magos) preguntan: ¿Dónde está el que ha de nacer rey de los judíos?. Si el título puesto por Pilatos era una broma burlesca, ¿Qué debemos suponer de la pregunta de los “Reyes Magos”? ¿Era esta una burla también? seguro que no. Pero si ellos se referían a un título legítimo ...¿Por qué Pilatos no?

           La posición del Mesías esperado se vio agigantada por las circunstancias vigentes en Palestina al tiempo del nacimiento de Jesús. Este periodo era conocido por los que lo vivieron como “Los últimos tiempos” o “Los últimos días. Se creía que la nación había caído en un estado de maldad cataclísmica. La última dinastía de legítimas monarquías judías se había extinguido desde el año 63 a.C., Israel mismo se había convertido en un territorio del Imperio Romano, y forzado a someterse a un gobernante secular que - Como ofensa blasfema contra todo principio del Judaísmo - se atrevió a proclamarse a sí mismo un dios. Y el trono de Israel estaba ocupado por un títere de los romanos considerado como un inicuo usurpador. Herodes, que gobernaba sobre Palestina en ese entonces, no podía ni siquiera reclamar ser un judío de nacimiento. Era nativo de Idumea, una desértica región al sur, cuyos habitantes no eran judíos. Desde el principio de su reinado, Herodes trató de establecer su legitimidad y aceptación. Repudió a su primera mujer y se casó con una conocida princesa judía buscando, por lo menos, algún reconocimiento del pueblo. Reconstruyó el templo de Jerusalén con una majestuosidad sin precedentes. Se proclamó devoto siervo del Dios de Israel. Estos gestos fallaron en afirmar su autoridad. Siguió siendo aborrecido y odiado por sus súbditos. Incluso sus actos más generosos eran recibidos con hostilidad y burlas, y esto avivó su natural predisposición hacia la tiranía y el exceso.

          El hecho de que alguien como Herodes esté gobernando sobre el pueblo elegido era visto como una maldición. Dios había causado aflicción a Su gente, un castigo por sus desmanes pasados y presentes. Cualquier abuso social que Herodes pudiera cometer, era visto como el síntoma de un problema mucho más grave, el dilema de un pueblo abandonado por su Dios. A través de toda Palestina se esparcía el desesperado clamor por un líder espiritual que traería al pueblo de vuelta a su Señor y podría lograr la reconciliación con la dignidad. Este líder espiritual, al momento de su aparición, sería el Rey Justo, El Mesías. Como rey podría salvar a su gente, podría restablecer la Alianza de Dios con el hombre. Asistido, dirigido y guiado por Dios, ejecutaría la voluntad divina. El expulsaría a los romanos fuera de Palestina y establecería su propio régimen justo, tan glorioso como aquel que la tradición adjudicaba a David y Salomón.

          La Tradición Cristiana no rechaza el reclamo de Jesús de ser el Mesías. Solo rechaza el significado real del título de Mesías, solo porque este no estuvo suficientemente claro por siglos. Aceptar a Jesús como Mesías, mientras se niega su rol monárquico y político, es ignorar los hechos, ignorar el contexto histórico; ignorar lo que la palabra Mesías implicaba y significaba. Los cristianos consideran a Jesús como algo “Apolítico”, una figura completamente espiritual que no significaba ningún desafío para la autoridad mundanal y temporal romana, una figura que no tenía ninguna aspiración política ni secular para sí; que llamó a sus seguidores a un reino “no de este mundo”. Sin embargo, los estudiosos bíblicos de los últimos siglos han considerado esta interpretación cada vez más insostenible. Muy pocos expertos, si es que los hay, negarían que el Mesías esperado en Jesús era mayormente una figura política que debía liberar a Israel del yugo romano. El Judaísmo de esa época no hacía diferencia entre religión y política. Hay una prueba más del derecho monárquico de Jesús en el relato bíblico de la matanza de bebés inocentes cometida por Herodes (Mateo 2:3-14). A pesar de ser altamente cuestionable como registro histórico, esta narración es testimonio del verdadero temor que sentía Herodes por el nacimiento de Jesús:

“Oyendo esto el rey Herodes se turbó... y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó donde había de nacer el Cristo. ellos le dijeron: En Belén de Judea, porque así está escrito por el Profeta...” [21]

           A pesar del disgusto que esto le causara a Herodes, ciertamente que él nunca se hubiera sentido amenazado por los rumores de una figura mística y espiritual - Un profeta o un maestro de los que abundaban por ese entonces en Tierra Santa. Si Herodes se sentía amenazado por un niño recién nacido, sería por lo que este niño significaba en sí; un rey justo y legítimo, por ejemplo, con un reclamo que incluso Roma podía aceptar, buscando la paz y estabilidad convenientes. Solo una amenaza política de esta naturaleza podría explicar la ansiedad de Herodes. No es al hijo de un pobre carpintero que el usurpador teme; sino al Mesías, el legítimamente ungido y justo Soberano. Una figura que, en virtud a ciertos requisitos genealógicos inherentes, podría gozar de apoyo popular y, si no lo derroca, podría por lo menos dejarlo en una situación política muy comprometida.

 De “orígenes privilegiados”[22]

          La imagen de Jesús como “un pobre carpintero” de Nazaret es sumamente discutible. Por ahora, nos basta con notar dos puntos. El primero es que la palabra “Carpintero” no significa, en el griego original, simplemente alguien que trabaja con madera. La traducción más precisa sería “Maestro”, implicando la maestría en algún arte, industria o disciplina. Sería aplicable a un profesor, por ejemplo, al igual que a cualquiera que trabajase con las manos.[23]

          El segundo punto es que Jesús no era, con seguridad, de Nazaret. Existe evidencia que prueba que Nazaret no existía en épocas bíblicas. Es improbable que la ciudad existiese antes de siglo III DC. “Jesús de Nazaret”, como gran parte de los eruditos bíblicos opina, es una malinterpretación del original griego “Jesús el Nazareno”, y estas palabras no indican localidad alguna, más bien denotarían la pertenencia de Jesús a un grupo o secta específicos, con una orientación religiosa y política específica. “El movimiento Nazareno”, como lo llaman los expertos.

          Casi no existen informaciones precisas sobre la situación social de Jesús. Pero lo que existe nos indica que la familia de Jesús era pudiente. Y que la educación que se le brindó era del tipo accesible solo para gente de clase alta y de grandes recursos económicos. Todos los relatos, por ejemplo, lo describen como un hombre culto e instruido; Esto es algo, como sabemos, inusual para aquellos tiempos de tan extendido analfabetismo, cuando la educación era esencialmente un privilegio de la clase alta. Jesús es obviamente un letrado y está bien educado. En los evangelios, le vemos discutir sabiamente con los ancianos sobre la Ley. por sus expresiones, está claro que tiene facilidad de palabra por estar familiarizado con los libros proféticos del Antiguo Testamento, los cita a voluntad, se desenvuelve entre ellos con la experiencia y facilidad de un estudioso profesional, y si algunos de sus seguidores son humildes pescadores y artesanos de Galilea, otros son personas ricas e influyentes - José de Arimatea, por ejemplo, Nicodemo y Joana, la esposa del Mayordomo de Herodes.

 Reconocimiento Público

          Tal vez signifique mucho más que la anterior evidencia, el simple hecho de que Jesús, en cierto número de situaciones cruciales en los evangelios, actúa como un soberano, y lo hace de forma bastante deliberada. Uno de los ejemplos más evidentes es su entrada triunfal en Jerusalén montando un asno. Los estudiosos de la Biblia concuerdan que este incidente - Evidentemente importante en la carrera de Jesús, y calculado para atraer el máximo de atención de entre sus contemporáneos - sirvió para un propósito específico. Cumplir con una profecía del Antiguo Testamento. De hecho, en Mateo 21:4, se hace claro que la procesión fue con la intención de cumplir la profecía en Zacarías 9:9, que predice el advenimiento del Mesías:

“...da voces de júbilo, hija de Jerusalén; he aquí tu rey vendrá a ti, justo y salvador, humilde y cabalgando sobre un asno...”

 Dada la familiaridad de Jesús con la enseñanza del Antiguo Testamento, hay muy pocas dudas de que él sabía de esta profecía. Y sabiendo esto, es muy difícil que la hubiera cumplido, sin querer, o por “pura coincidencia”. La entrada a Jerusalén solo pudo haberse ejecutado con la calculada intención de ser identificado, especialmente ante el pueblo, con el Mesías esperado, en otras palabras, con el Rey Justo, “El Ungido”.


 Capítulo 4

 El Secreto Prohibido de la Iglesia[24]

          El Cristianismo, desde el principio, fue dirigido principalmente a una audiencia romana o romanizada. El Mundo Romano estaba acostumbrado a deificar [25] a sus gobernantes. El César ya había sido oficialmente instituido como un dios. A fin de entrar en competencia, había que divinizar también a Jesús - a quien nunca antes nadie habría considerado un dios. Y esto sería la misión de Pablo.

          Antes de ser diseminada exitosamente, de Palestina a Siria, Asia Menor, Grecia, Egipto, Roma y Europa Occidental; la nueva religión tenía que convertirse en algo aceptable para la gente de aquellas regiones, y tenía que ser capaz de mantenerse firme ante los credos ya establecidos. Si Jesús iba a ganar terreno en el mundo romanizado de su época, ‘tenía que convertirse en un dios’ en todo el sentido de la palabra; no un Mesías en el antiguo sentido de la palabra, no un rey-sacerdote, ‘tenía que ser un dios encarnado’ - al igual que sus contrapartes sirios, fenicios y greco-romanos - que había pasado por el mundo de las tinieblas y por el crepitante fuego del infierno y había emergido rejuvenecido, con la primavera. Fue en este punto que la idea de la Resurrección asumió una importancia crucial, y por una obvia razón; para poner a Jesús al nivel de Tammuz, Adonis, Attis, Osiris y todos los otros dioses que morían y resucitaban en el mundo y la mentalidad de la gente en los tiempos de Jesús.

          Apuntando a una audiencia romana y divinizando a Jesús, la expansión de lo que luego sería la ortodoxia cristiana, tendría éxito seguro. La posición de esta ortodoxia empezó a consolidarse definitivamente en el siglo II DC, principalmente, a través de Ireneo, Obispo de Lyon alrededor del año 180 DC. Irineo se dedico, tal vez más que otros Padres de la Iglesia, a darle a la Teología cristiana una forma estable y coherente. Consiguió esto primeramente con su voluminosa obra “Libros Quinque Adversus Hereses” (“Cinco libros contra herejías”). En su exhaustivo estudio, Ireneo catalogó todas las desviaciones de la ortodoxia, aún gestándose en ese entonces, y las condenó con vehemencia. Deplorando la diversidad, declaró que debía haber una sola Iglesia válida; fuera de ella no habría salvación. Cualquiera que desafiara esta afirmación era declarado herético por Ireneo, debía ser expulsado y, de ser posible, eliminado.

          Entre las numerosas manifestaciones de la Cristiandad antigua; el Gnosticismo (Del griego ‘Gnosis´, traducido como ‘Conocimiento’) sería el blanco de los más furiosos ataques de Ireneo.

          El Gnosticismo se basaba en la experiencia personal, en la comunión del individuo con lo divino. Para Ireneo, esto disminuía la autoridad de los sacerdotes y obispos, obstaculizando el intento de imponer la uniformidad religiosa. De aquí que Irineo dedicó todos sus esfuerzos para suprimir el gnosticismo. Para esto, se hizo necesario apartar a la gente de la especulación individual; debía enseñárseles a no cuestionar la fe en dogmas fijos. Se hizo necesario tener un sistema teológico, una estructura de principios ordenados, que no den al individuo la oportunidad de desarrollar su interpretación personal. En oposición a la experiencia personal y la Gnosis, Ireneo insistió en una Iglesia Única y ‘Católica’ (Universal) basada en los fundamentos de los apóstoles y la sucesión de los mismos. Para implementar la creación de tal Iglesia, Ireneo reconoció que se debía disponer de un Canon definitivo, una lista fija de escrituras aceptadas oficialmente. Con este fin, compiló su ‘Canon’, eligiendo entre las obras a su disposición, incluyendo algunas y excluyendo otras. Ireneo es el primer autor cuyo Nuevo Testamento Canónico concuerda, en esencia, con el de nuestros días.

          Sin embargo, tales medidas no evitaron la aparición de tempranas ‘Herejías’, por el contrario; estas continuaron floreciendo. Pero la Ortodoxia que Ireneo promovió asumió una forma estable que le aseguró la supervivencia y la victoria eventualmente. No sería irracional afirmar que Irineo abrió las puertas para lo que luego sucedería en el reinado de Constantino (Que, con su auspicio, hizo del Imperio Romano un Imperio Cristiano, en cierto sentido) e inmediatamente después de este.

          El rol de Constantino en la historia y desarrollo del Cristianismo ha sido distorsionado, mal representado y peor comprendido. según las posteriores tradiciones de la Iglesia, Constantino habría heredado de su padre una simpática predisposición hacia el Cristianismo. En la práctica, esta predisposición parece más bien un caso de conveniencia. Pues los cristianos eran ya numerosos en esa época; y Constantino necesitaba todo el apoyo disponible contra Majencio (Maxentius), su rival en la lucha por el Trono Imperial. En el año 312 DC, Majencio fue aniquilado en la batalla de Puente Milvio, dejando a Constantino sin competidores en su lucha por el Trono Imperial. Se dice que, inmediatamente antes de la mencionada batalla, Constantino tuvo la visión - Reforzada después por un sueño profético - de una cruz luminosa pendiendo en el cielo. Supuestamente tenía una inscripción que la atravesaba ‘In hoc signo vinces’ ( Con este signo vencerás). La tradición cuenta que, aferrándose a este signo celestial, Constantino rápidamente mandó que los escudos de sus soldados sean blazonados con el símbolo cristiano - Las letras griegas Chi y Rho, primeras dos letras de la palabra ‘Christos’. Esto resultó en que la victoria de Constantino sobre Majencio en Puente Milvio pase a representar el triunfo de la Cristiandad sobre el paganismo.

          Esa es la tradición popular de la Iglesia, en base a ella, se piensa comúnmente que ‘Constantino convirtió al Imperio Romano al Cristianismo’. Sin embargo, Constantino no hizo tal cosa. Para decidir qué fue lo que hizo Constantino precisamente, debemos examinar las evidencias con más detenimiento.

          En primer lugar; la ‘Conversión’ de Constantino, si se la puede llamar así, no parece haber sido cristiana, sino descaradamente pagana. Tal parece que Constantino tuvo un tipo de visión, o ’experiencia', en los precintos de un templo pagano dedicado al dios Apolo Gálico, en los Vosgues o cerca de Autun. Según un testigo acompañando al ejército de Constantino, la visión fue del Dios Sol - Deidad adorada por ciertos cultos bajo el nombre de ‘Sol Invictus’ (‘Sol invencible’). Hay evidencia que muestra que Constantino fue iniciado en uno de estos cultos al Sol Invicto, poco antes de tener su ‘visión'. De cualquier forma, el Senado Romano erigió, después de la batalla de Puente Milvio, un arco triunfal en el Coliseo. De acuerdo a la inscripción en este arco, la victoria se debió “ a la mano de la Deidad...". Pero la Deidad en cuestión no era Jesús, era el Sol Invicto, la deidad solar pagana.[26]

          Contrariamente a la tradición cristiana, Constantino no hizo del Cristianismo la religión oficial del Estado Romano. La religión del estado bajo Constantino era, de hecho, la pagana adoración del sol. Y Constantino fue toda su vida el Sacerdote Supremo. De hecho, su reinado se llamó “La Emperatoría del sol”, y el Sol Invicto figuraba por doquier, incluso en las enseñas reales y las monedas acuñadas en el Imperio. La imagen de Constantino como un ferviente converso al Cristianismo está obviamente errada. El mismo no fue bautizado hasta el año 337 DC, cuando yacía en su lecho de muerte, aparentemente muy débil o imposibilitado para negarse. Tampoco se le puede acreditar el monograma Chi Rho. Una inscripción con este mismo monograma fue encontrada en una tumba en Pompeya, dos siglos y medio antes de estos acontecimientos[27].

          El culto al Sol Invicto era originalmente sirio y fue impuesto por los emperadores romanos a sus súbditos un siglo antes de Constantino. A pesar de contener elementos del culto de Baal y Astarte, era esencialmente monoteísta. En efecto, asumía que el dios sol era la suma de los atributos de todos los otros dioses y así, pacíficamente, sometió a todos sus rivales potenciales. Más aún, armonizaba convenientemente con el culto de Mitra - Que también prevalecía en Roma y el Imperio por ese entonces, y también envolvía la adoración del sol.

          Para Constantino, el culto al Sol Invicto era lo más conveniente. Su objetivo primordial, una obsesión de hecho, era la unidad - Unidad política, unidad religiosa y territorial. Un culto o religión estatal que incluyera a todos los demás cultos ayudaba, obviamente, a cumplir con ese objetivo. Y fue bajo los auspicios del Sol Invicto que el Cristianismo consolidó su posición.

          El ‘Cristianismo Ortodoxo’ tenía mucho en común con el culto del Sol Invicto, y, por tanto, pudo florecer bajo la sombra de tolerancia de este último. El culto del Sol Invicto, siendo esencialmente monoteísta, abrió la senda para el monoteísmo de la Cristiandad. El culto del Sol Invicto era conveniente en otros aspectos también, pero estos aspectos modificaron al cristianismo, a la vez que facilitaban su expansión. Por un decreto anunciado en 321 DC, Constantino ordenó que las cortes de justicia debían cerrar en el Venerable día del sol - el domingo - y decretó, además, que este debía ser un día de descanso. Hasta entonces la Cristiandad se había aferrado al descanso sabatino de los judíos considerándolo sagrado. Sin embargo, por el edicto de Constantino, la Cristiandad transfirió su día sagrado al domingo (Día del sol). Esto no solo trajo armonía entre la Cristiandad y el régimen existente; sino que permitió que la primera se desligue de sus orígenes judaicos. Otro ejemplo, el nacimiento de Jesús se celebraba el 6 de enero hasta el siglo IV DC. Sin embargo, el día principal del año en el culto solar era el 25 de diciembre, el festival de Natalis Invictus, el nacimiento - o renacimiento - del sol, cuando los días empiezan a ser más largos. En este caso también, la Cristiandad se sometió a los mandamientos del régimen y las costumbres de la religión estatal establecida.

          El culto del Sol Invicto era muy parecido al culto de Mitra, tanto que se los confundía a veces.[28] Ambos enfatizaban el elevado status del sol. Ambos celebraban un gran festival del nacimiento el día 25 de diciembre. Por lo tanto el cristianismo también encontraría puntos de convergencia con el Mitraísmo - Mas aún porque el culto de Mitra declaraba la inmortalidad del alma, un futuro Juicio y la resurrección de los muertos.

          A fin de lograr su ansiada unidad, Constantino intentó achicar las diferencias entre el Cristianismo, el Mitraísmo y el Sol Invicto, y deliberadamente, decidió no ver contradicción alguna entre estos cultos. Por este sentido toleró al Jesús divinizado como la encarnación terrenal del Sol Invicto; construía una iglesia cristiana y, al mismo tiempo, una estatua de la diosa Cíbeles y del Sol Invicto, este último sería una estatua del propio Constantino, con sus facciones.

          En estas actitudes conciliadoras y ecuménicas se puede ver nuevamente el afán de unidad. La fe era para Constantino una cuestión de política; y cualquier fe que conducía a la deseada unidad era tratada con preferencia.

          A pesar de no ser el buen cristiano que las tradiciones nos presentan, Constantino consolidó la estructura de la ortodoxia cristiana, en nombre de la unidad y la uniformidad. En el año 325 DC, por ejemplo, él llamó a un Concilio en Nicea. En este concilio se definió la fecha de la Pascua, se establecieron las reglas que definieron la autoridad de los obispos, facilitando la acumulación de poder en manos de la Iglesia. Lo más importante de todo es que el Concilio de Nicea decidió, ¡Por votación!, que Jesús era un dios y no un profeta mortal.[29] Debemos recalcar nuevamente que Constantino no tenía ningún interés piadoso, sino que le impulsaba la conveniencia y su obsesión por la unidad. Como un dios, Jesús podía ser convenientemente asociado con el Sol Invicto. Un profeta mortal sería mucho más difícil de encuadrar. En poco tiempo la Cristiandad se embarcó en una, políticamente deseable, fusión con la religión oficial del Estado. Y mientras más se comprometía la Iglesia, Constantino confería más apoyo y soporte a la Cristiandad Ortodoxa.

          De este modo, un año después del Concilio de Nicea, Constantino mandó que se confisquen y se quemen todos los libros opuestos a la ortodoxia cristiana - serían obras de autores paganos sobre Jesús, así como obras de ‘cristianos herejes’. Destinó también una entrada fija de dinero a las arcas de la Iglesia e instaló al Obispo de Roma en el Palacio Letrán[30]. Entonces, el año 331 DC, comisionó y financió nuevas copias de la Biblia. Esto constituye uno de los factores más decisivos en la historia del Cristianismo, y dio a la Cristiandad ortodoxa una oportunidad inigualable. En el año 303 DC, un cuarto de siglo antes, el Emperador pagano Diocleciano se propuso destruir todas las escrituras cristianas que pudiese encontrar; resultando que los documentos cristianos - En especial en Roma- se perdieran casi todos. Cuando Constantino mandó hacer nuevas versiones de estos escritos; esto permitió a los custodios de la ortodoxia: Revisar, arreglar y rescribir sus contenidos, para que coincidan con sus creencias. Es probable que en este momento se hizo la mayoría de las alteraciones cruciales al Nuevo Testamento. La importancia de este decreto de Constantino no se debe subestimar. De las 5000 más tempranas versiones manuscritas del Nuevo Testamento, ninguna es anterior al siglo IV DC[31]. El Nuevo Testamento, como existe hoy en día, es esencialmente obra de los editores y copistas del siglo IV.


 Capítulo 5

 El Concilio de Jerusalén[32]

          Es obvio que Jesús mismo no tenía intenciones de crear una nueva religión. Tampoco era la intención de Santiago, ni la del Movimiento Nazareno de Jerusalén. La sola idea les habría horrorizado considerándola la más grave blasfemia. Ellos eran, al igual que Jesús, judíos devotos, trabajando y predicando dentro del contexto de la más pura tradición judía. Es cierto que buscaban renovar ciertas observancias, además de ciertas reformas y ciertos cambios políticos. Querían, además, purificar su religión de ciertos elementos extraños recientemente adquiridos por los judíos; y querían restaurar su pureza original. Pero ni siquiera habían soñado en crear una nueva forma de creencia que podía convertirse en rival del judaísmo - O peor aún, su persecutor.

          Entre el año 35 y 36 DC, hubo un levantamiento en Samaria, dirigido por un Mesías samaritano. Esta revolución fue cruelmente sofocada, y muchos samaritanos, incluyendo los líderes, fueron exterminados en el proceso. Mientras tanto, la persecución a los seguidores de Jesús parece haberse intensificado. En el año 36 DC, por ejemplo; Esteban, usualmente honrado como el primer mártir del Cristianismo - Aunque él se veía a sí mismo como un judío piadoso -, fue apedreado a muerte en Jerusalén, y muchos nazarenos abandonaron la ciudad. Pero ya en ese entonces, apenas un año y medio después de la Ascensión de Jesús, ya debían estar bastante extendidos y ser muy numerosos; porque Pablo, actuando en nombre de los sacerdotes saduceos y armado con órdenes de arresto del Sumo Sacerdote, se dedica a cazarlos, llegando hasta Damasco en su persecución.[33]

          Los saduceos en tiempos de los Macabeos fueron, sin duda, un grupo de fieles seguidores de la Ley. Sin embargo, los saduceos organizados por Herodes eran muy diferentes. Estaban firmemente alineados con el monarca usurpador. Gozaban de una fácil y confortable vida de prestigio y privilegios. Ejercitaban un lucrativo monopolio sobre el Templo y todo lo relacionado con éste. Y no tenían idea alguna del ‘Celo por la ley’. Israel se encontraba por entonces bajo el yugo de una monarquía corrupta e ilegítima y de un sacerdocio igual de corrupto e ilegítimo; ambos, al fin y al cabo, eran instrumentos de la Roma pagana.[34]

          Alrededor del año 38 DC, Jesús era abiertamente proclamado como el Mesías - No el hijo de Dios, sino el rey justo y ungido - por refugiados nazarenos, o tal vez comunidades establecidas, tan lejos como Antioquía, por ejemplo. Y fue allí, en la lejana capital Siria al norte de Damasco, que el término ‘cristiano’ empezó a usarse. Hasta entonces se les llamaba simplemente ‘nazarenos’. Y siguieron siendo llamados nazarenos en otros lugares por muchos años, especialmente en Jerusalén.

          Ya en el año 38 DC, encuentran una bien establecida autoridad central nazarena en Jerusalén. Esta Jefatura sería llamada por cronistas posteriores ‘La Iglesia Primitiva’. El más famoso de sus miembros era, naturalmente, Pedro. Sin embargo, la cabeza oficial de esta Iglesia era Jacobo, el ‘hermano’ de Jesús, y esto es algo que las tradiciones tardías maliciosamente desdeñan. Jacobo sería posteriormente conocido como Santiago. Pero lo significativo es que sea Santiago ‘hermano’ de Jesús, y no Pedro, quien preside sobre esta Iglesia de Jerusalén.

          Aunque el libro “Hechos de los Apóstoles” no establece explícitamente que Santiago fuese el líder de la comunidad en Jerusalén, le da un rol prominente en Hechos 15:13-21 y 21:18, este último claramente dice:

“Y al día siguiente Pablo entró con nosotros a ver a Santiago, y se hallaban reunidos todos los ancianos.”

          Esto pone a los ancianos en una posición subordinada con respecto a Santiago. Pablo, en su carta a los gálatas declara: “Y reconociendo la gracia que me había sido dada, Santiago, Pedro y Juan, que eran considerados como columnas, nos dieron a mí y a Bernabé la diestra...”. Más adelante, la misma carta (Gal.2:11-12) nos muestra claramente que Pedro estaba subordinado a Santiago, cuando declara que Pedro fue a Antioquía por orden de Santiago. Algunos autores posteriores de la Iglesia denominan explícitamente a Santiago “líder de los primitivos cristianos.”[35]

 Hechos de los Apóstoles

          La trayectoria de Pablo es registrada por “Hechos de los apóstoles”. Pablo aparece en escena un año después de la crucifixión. Bajo el nombre de ‘Saulo de Tarso’, un saduceo fanático o un instrumento de los saduceos[36], participa activamente de los ataques a los nazarenos en Jerusalén. Es tan activa su participación que estuvo presente en el apedreamiento a muerte de Esteban.

          Pablo es bastante claro; sin remordimientos admite que perseguía a sus víctimas ‘ a muerte’.

          Poco después de la muerte de Esteban, Pablo -aún Saulo de Tarso-, llevado por su fervor fanático, se dirige a Damasco, en Siria, para cazar a los nazarenos en esa ciudad. estaba acompañado por un bando de hombres, presumiblemente armado, porta órdenes de arresto del Sumo Sacerdote del Sanedrín. Como se aclaró antes, la autoridad del Sumo Sacerdote no se extendía a Siria. para que Pablo ejerciese autoridad allí debía tener alguna autorización de los romanos, lo que indica un especial interés romano en erradicar a los nazarenos. en ninguna otra circunstancia habría tolerado ‘vigilantes paramilitares’ operando con inmunidad tan lejos de sus propios dominios.[37]

          Camino a Damasco, Pablo sufre una experiencia traumática, que los comentaristas han explicado de cualquier forma, desde una insolación, pasando por un ataque epiléptico, hasta una ‘experiencia mística’. Supuestamente una ‘luz del cielo’ lo derriba de su caballo y una voz saliendo de la nada le pregunta: “Saulo Saulo, ¿Por qué me persigues?”. Saulo pide que la voz se identifique, y la voz responde: “Soy Jesús el Nazareno, y tu me estás persiguiendo”, luego le manda seguir a Damasco, donde se le diría qué hacer posteriormente.[38] Una vez terminada esta experiencia, Saulo recupera la conciencia y se da cuenta de que está ciego. Un nazareno en Damasco le devuelve la vista.[39]

           Saulo interpreta esto como una verdadera manifestación de Jesús, a quien nunca conoció personalmente, de aquí es que se ‘convierte’. Desecha su anterior nombre para llamarse Pablo. de allí en adelante predica las enseñanzas de la Iglesia primitiva con el mismo fervor con que, al principio, intento extirparlas. se une a la comunidad nazarena y pasa a ser uno de sus discípulos o aprendices. según Gálatas 1:17-18, permanece tres años bajo la tutela de éstos, pasando gran parte de este tiempo en Damasco.         

          Después de su aprendizaje de tres años, Pablo vuelve a Jerusalén para reunirse con los líderes de la comunidad allí. No es para sorprenderse que la mayoría guarde sospechas y no están convencidos de su conversión. En hechos 9:27, Bernabé, su compañero de viaje, le defiende diciendo que habló valientemente en nombre de Jesús. Sin embargo, surge una discusión y, según Hechos 9:29, ciertos miembros de la comunidad de Jerusalén lo amenazan. A fin de evitar una situación potencialmente desagradable, sus aliados lo envían a Tarso, la ciudad donde nació (Hoy en Turquía). Lo envían a su hogar, a predicar allí el mensaje.

          Este sería el primero de los tres viajes de Pablo, según Hechos. entre otros lugares, lo lleva a Antioquía; y - Como explica Hechos 11:26 - es allí donde los discípulos son llamados cristianos por primera vez. los estudiosos datan este viaje a Antioquía en el año 43 DC, aproximadamente. en esa época, ya había allí una comunidad de la Iglesia Primitiva establecida y subordinada a la jefatura de la secta en Jerusalén, al mando de Santiago.

          Cinco, o más, años después, Pablo se encuentra predicando en Antioquía, cuando surge una disputa sobre el contenido de su obra misionera.

          Como Hechos 15 explica, ciertos representantes de la Jefatura de Jerusalén llegan a Antioquía. tal vez, como sugiere Robert Eisenman, un experto en el tema; con el específico propósito de investigar las actividades de Pablo[40]. El y su compañero Bernabé, son llamados nuevamente a Jerusalén, donde el Concilio de Jerusalén se debía reunir para discutir las revolucionarias ideas de Pablo. De acuerdo a las instrucciones que se le dieron, Pablo retorna de Antioquía a Jerusalén - se cree que fue en el 48 o el 49 DC - y se encuentra ante la dirigencia de la comunidad.[41]

          No nos debe sorprender que surja otra grave disputa. De este punto en adelante, se produce un cisma (Una división) entre Pablo y Santiago, y esta brecha se hace cada vez más profunda. El autor de “Hechos de los apóstoles”, en lo que concierne a esta disputa, está descarada y definitivamente al lado de Pablo. [42]

          Si es que se puede creer en Hechos, Santiago, tratando de llegar a la paz, acuerda ceder un poco, haciendo más fácil para los paganos unirse a la congregación. conciente ser permisivo ante ciertos aspectos de la Ley, y esto es bastante improbable[43], mientras se mantenía rígido en otros. Pablo acepta todo lo que el Concilio decide, por lo menos frente a ellos. Hasta aquí, aún necesita del apoyo del Concilio, no para legitimar sus enseñanzas, sino para legalizar y garantizar la supervivencia de las comunidades que fundó fuera de Jerusalén. Sin embargo, ya había decidido tomar su propio camino.

          Antes del Concilio de Jerusalén, los apóstoles apoyaban los esfuerzos de Pablo. Pero surge la división entre este último y los otros discípulos. Pablo se embarca en otra misión de viajes y prédica, culminada con otra visita a Jerusalén (Hechos 21:18). la mayor parte de sus epístolas datan de esta época, entre el 50 y el 58 DC. Está claro en sus cartas que, ya en esta época, se hallaba casi completamente apartado de los líderes en Jerusalén y de su adherencia a la Ley de Moisés[44]. En su carta a los Gálatas (Cerca del 57 DC), burlonamente alude a “..los que tenían reputación de ser algo, lo que hayan sido en otro tiempo nada me importa...”(Gal. 2:6). En Gal. 2:11-13, Pablo condena a Pedro, y acusa a Santiago y a su anterior compañero de viaje,Bernabé, de hipocresía.[45]

          Su posición teológica se había, también, desviado irreparablemente de aquellos que se adherían rigurosamente a la Ley. En su epístola a los Romanos afirma: “...El hombre es justificado por fe sin las obras de la Ley.” (Rom. 3:28). Lo anterior contradice, sin lugar a dudas a Santiago 2:24, que dice:”... el hombre es justificado por las obras y no solamente por la fe...”[46]. Las afirmaciones de Pablo son los provocativos y desafiantes comentarios de un renegado autoproclamado. “La Cristiandad”, de la forma en que evolucionó desde Pablo, ha cortado ahora toda conexión con sus orígenes, y no podemos decir que tenga algo que ver con Jesús, tal vez solo con la imagen de Jesús que Pablo presentaba.

          Debemos remarcar que Pablo es, en efecto, el primer cristiano ‘hereje’, y que sus enseñanzas - Que luego serían la base del cristianismo tardío- son una flagrante desviación de la forma original y pura defendida por los líderes de la Iglesia Primitiva. No importa si Santiago, ‘el hermano del Señor’, es o no pariente consanguíneo de Jesús (Y todo nos sugiere que sí lo era); lo que está bastante claro es que conoció a Jesús personalmente: Y este es el caso de la mayoría de los otros miembros de la comunidad, ‘La Iglesia Primitiva’ de Jerusalén, y esto incluye a Pedro obviamente. Cuando estos hablaban lo hacían con una autoridad de primera mano[47]. Pablo nunca llegó a tener tan cercanos vínculos con la figura que empezaba a considerar su ‘Salvador’. Pablo solo tenía una ‘experiencia mística’ en el desierto y aquella voz venida de la nada. El hecho de que el se de a sí mismo alguna autoridad en base a esa ‘experiencia’ es, por lo mínimo, ‘presuntuosidad’. esto además lo llevó a distorsionar las enseñanzas de Jesús hasta dejarlas irreconocibles - Llegando a crear su propia teología personal e idiosincrasia. Para Jesús, adherido rigurosamente a la Ley Judaica, habría sido la más extrema blasfemia predicar la adoración de cualquier figura mortal, incluyendo su propia persona. Jesús lo deja bien claro cuando exige, en los evangelios, de sus apóstoles, discípulos y oyentes, que reconozcan solo a Dios. En Marcos 10:17-18, por ejemplo, un hombre viene hasta él para preguntarle: “...Maestro bueno ¿Qué haré para heredar la vida eterna? Jesús le dijo: ¿Por qué me llamas bueno? Ninguno hay bueno, sino solo uno, Dios”.

          Pablo deja a Dios de lado y establece, por primera vez, la adoración de Jesús - Un Jesús equivalente a Adonis, a Tammuz, a Attis, o cualquiera de los otros dioses muriendo y resucitando que poblaban el Medio Oriente en esa época… No es nada extraño pues, que Santiago y los que le rodeaban se molestaran mucho por lo que Pablo hacía.

          Pablo sabe bien lo que hace. El comprendía, con una sorprendente y moderna sofisticación, las técnicas de la propaganda religiosa[48]. El conocía lo que es necesario para hacer de un hombre un dios; y lo hace con más astucia que los romanos con sus soberanos-dioses. El mismo reconoce descaradamente que no pretendía presentar al Jesús histórico y real, aquella persona que Santiago, Pedro y Simón conocieron personalmente. muy por el contrario, el mismo reconoce en 2 Corintios 11:3-4, que la comunidad de Jerusalén[49] están predicando ‘otro Jesús’. Sus representantes, según dice, se autodenominan ‘apóstoles de Jesús’ y ‘siervos del Justo’. Ahora son, en todo sentido, adversarios de Pablo.

          Cerca del año 58 DC, Pablo está de vuelta en Jerusalén - a pesar de los ruegos de sus seguidores que, temiendo enfrentamientos con la jerarquía apostólica, le pidieron que no vaya. Y nuevamente se encuentra con Santiago y los líderes de la comunidad de Jerusalén. estos le expresan la preocupación que comparten con otros ‘celosos de la Ley’; que Pablo, en sus prédicas a los judíos en el extranjero, los está incitando atraicionar la Ley de Moisés[50]. Es una acusación justificada, naturalmente; como Pablo mismo lo aclaró en sus epístolas. Hechos no registra su respuesta a tal acusación. la impresión que nos da lo escrito es que el miente y reniega de si mismo, negando los cargos que se le imputan. Cuando se le pide que se purifique por siete días - para así demostrar lo injustificado de las alegaciones y su continua adherencia a la Ley - el acepta rápidamente.

          Sin embargo, unos pocos días después, nuevamente cae en manos de los ‘celosos de la ley’, que son mucho menos tolerantes que Santiago. Cuando es avistado en el Templo, es atacado por una multitud de gente piadosa. “este” claman “es el hombre que por todas partes enseña a todos contra el pueblo, la ley y este lugar…” (Hechos 21:28). Surgen disturbios y Pablo es sacado fuera del Templo corriendo sumo peligro. En el último minuto es rescatado por un oficial romano que, siendo avisado del disturbio apareció rodeado de soldados. Pablo es arrestado y encadenado - Bajo sospecha, aparentemente, de ser el líder de los sicarios, un grupo terrorista de los zelotes judíos.

          En ese instante, la narración se torna cada vez más confusa, y lo único que se puede suponer es que hay partes de la misma que han sido alteradas o eliminadas. De acuerdo al texto existente, Pablo, antes que los romanos logren llevárselo; dijo ser un judío de Tarso y pidió que se le permita hablar a la multitud que quiso lincharle. Muy extrañamente, los romanos se lo permiten. Entonces Pablo les cuenta de su educación farisea ante Gamaliel (Un famoso maestro fariseo en ese entonces), de su hostilidad inicial hacia la Iglesia Primitiva, de su rol en el asesinato de Esteban y en su subsiguiente conversión. Todo esto, o tal vez parte - Sin que podamos precisar cuál - provocó nuevamente la ira de la multitud. “Quita de la tierra a tal hombre” gritaron “porque no conviene que viva” (Hechos, 22:22). Ignorando los pedidos de la multitud, los romanos llevaron a Pablo a ‘La fortaleza’ - Probablemente la fortaleza Antonia, cuartel general administrativo y militar de los romanos - y quisieron interrogarle con torturas. ¿Interrogarlo? ¿Por qué? Para determinar por qué provoca tanta hostilidad entre la gente, según Hechos. Aunque Pablo ya había aclarado su posición en público, tal vez haya algunos elementos en su discurso que, de forma confusa en el texto, fueron considerados subversivos por los romanos. De cualquier forma, la tortura no podía practicarse contra alguien con nacionalidad romana. Pablo, habiendo nacido de una rica familia de Tarso, convenientemente la tiene. Invoca esta inmunidad, evade la tortura, pero sigue encarcelado.

          Mientras tanto, un grupo de judíos furiosos, cuarenta o más, se reunían en secreto; juran no comer ni beber hasta matar a Pablo. Los asesinos, según Hechos, son descubiertos por la oportuna y sorpresiva aparición del, hasta entonces no mencionado, sobrino de Pablo, que se entera de sus intenciones. Este familiar, de quien no sabemos más, informa a Pablo y a los romanos. Esa noche, Pablo es trasladado fuera de Jerusalén, por su propia seguridad. Es escoltado por 200 infantes, con dos centuriones al mando, 200 lanceros y 70 hombres de caballería. (Hechos 23:23) ¡Una escolta de 470 soldados! Lo llevaron a Cesarea, capital romana de Judea, allí aparece ante el Gobernador Romano y el rey-títere puesto por los romanos, Agripa. Como todo ciudadano romano, Pablo tiene derecho de exponer su caso ante el César en Roma, el reclama este derecho. Como resultado, es enviado a Roma, ostentosamente, para ser juzgado. No hay dato alguno de por qué lo iban a juzgar. Se cree que Pablo murió en Roma entre el año 64 y 67 DC.

          Según Hechos, la Iglesia Primitiva es afectada por un temprano cisma, el instigador de esta división es Pablo. El principal enemigo de Pablo es la enigmática figura de Santiago, ‘el hermano del Señor’. Es evidente que Santiago es el Líder, por todos reconocido, de la comunidad de Jerusalén, que luego sería llamada ‘La Iglesia Primitiva’[51]. La mayor parte del tiempo, Santiago es presentado como un extremista fundamentalista,[52] aunque muestra cierta disposición a ser permisivo en ciertos puntos de la Ley, si es que podemos confiar en Hechos. Sin embargo, toda la evidencia nos sugiere que, hasta esa ligera disposición, es obra de las libertades que se toma el autor de “Hechos de los apóstoles”[53]. Obviamente, Santiago no podía ser omitido en la narración - su rol y liderazgo, suponemos, sería demasiado conocido como para eliminarlo. En consecuencia, solo restaba dejarlo a un lado de alguna forma, y retratarlo como una figura conciliatoria - Una figura, de alguna manera, ocupando una posición entre Pablo y los extremistas.

          De cualquier manera, la trama se reduce al conflicto entre dos fuertes personajes, Santiago y Pablo. Einsenman demuestra que Santiago surge como el custodio de la pureza original de las enseñanzas; el exponente de la pureza original y la adhesión a la Ley, Ni Jesús ni la jerarquía nazarena querían crear una nueva religión. ellos predicaban un mensaje específicamente judaico, dirigido a los judíos, Tal como Jesús dice en Mateo 5:17-19:

“No penséis que he venido para abrogar la Ley o los profetas; no he venido para abrogar sino para cumplir. Porque os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la Ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos...”

          Para Santiago y la Comunidad Cristiana de Jerusalén, lo que interesa es la enseñanza de Jesús en persona y el hecho de que es el Mesías, en el significado de aquella época - Un soberano justo. El nunca intentó convertirse en un objeto de adoración. con certeza, él nunca tuvo la intención de ser considerado una ‘Divinidad’. Pero, en manos de Pablo, Jesús es convertido en un dios en todo sentido, uno cuya vida tiene que competir con las de las divinidades rivales, con las que competía por conseguir más devotos. Después de todo, ‘los dioses se venden usando los mismos principios de Marketing empleados para vender alguna gaseosa o hacerle campaña a algún político’.[54] Para los principios de Santiago, y para cualquier judío devoto, esto era, obviamente, una blasfemia y significaba apostasía. Dadas las pasiones desatadas por estos temas; es improbable que el conflicto entre Santiago y Pablo se haya mantenido en un debate civilizado, como pretende sugerir el autor de Hechos. Más bien debe haber creado el tipo de hostilidad asesina que aflora hacia el fin de la narración.

          En pleno conflicto entre Santiago y Pablo, la emergencia y la evolución de lo que hoy llamamos Cristiandad quedó en una encrucijada. Si la mayor parte de su desarrollo se hubiera mantenido conforme a las enseñanzas de Santiago, no habría existido ninguna ‘Cristiandad’, solo una forma particular de Judaísmo[55], que podría o no, ser la forma dominante. Tal como vemos las cosas, la mayoría del nuevo movimiento gradualmente se fue estableciendo, uniendo y coalicionándose, durante los tres siglos siguientes, alrededor de las enseñanzas de Pablo. Es así que para el, indudable y póstumo, horror de Santiago y su gente, una nueva y entera religión había nacido - Una religión que cada vez tenía menos que ver con su supuesto fundador.


 Capítulo 6

 “Él es un Profeta”

          Es algo extremamente simplista decir: Jesús era un mentiroso, un lunático, o era el Señor; tal como afirman algunos autores cristianos. Sin duda alguna, Jesús era un orador elocuente que ilustró las dimensiones espirituales de esta vida en parábolas y puso en manifiesto su sabiduría y autoridad a través de milagros. Cuando hablaba del mundo espiritual, generalmente dejaba a su audiencia asombrada, sorprendida, humillada o confundida. Incluso hoy, 2000 años después de su partida, aún hay confusión sobre las cosas que dijo. Los dichos y obras que se atribuyen en el Nuevo testamento son susceptibles a un sinnúmero de variadas interpretaciones. Algunos autores cristianos claman que Jesús es el “Hijo de Dios” basándose en unos pocos pasajes seleccionados del Nuevo Testamento, a la vez que desechan totalmente el resto de los textos. A pesar de que en la comunidad científica se cree, fuertemente, que los documentos del Nuevo Testamento han sido alterados extensamente; aún es posible buscar entre los pasajes del Nuevo Testamento y hallar un distinto tipo de interpretaciones.

          Muchos cristianos nunca considerarían a Jesús un profeta. Para ellos, esto sería rebajarlo de la alta posición que le fue dada. Sin embargo, existen muchos pasajes que se refieren a Jesús como un profeta. El propio Jesús se consideraba un profeta, y así lo consideraban muchos de sus seguidores. Por ejemplo, después de oír noticias de que Herodes quería matarlo, Jesús dijo:

“Sin embargo, es necesario que hoy y mañana y pasado mañana siga mi camino; porque no es posible que un profeta muera fuera de Jerusalén” (Lucas 13:33). en otra ocasión, empezó a enseñar en su propia ciudad, cuando comenzaba, algunos de los suyos empezaron a ofenderlo; Jesús les dijo: “No hay profeta sin honra sino en su propia tierra y entre sus parientes...” (Marcos 6:1-4).

           El autor de ‘Hechos de los apóstoles’ también llama a Jesús un profeta cuando cita el Antiguo Testamento; explica como Dios anunció a Jesús el Ungido, en boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos. “Moisés dijo a los padres: el Señor vuestro Dios os levantará un profeta de entre vuestros hermanos...”. La gente de Jerusalén reconoció que Jesús era un profeta; cuando Jesús entró en la ciudad montado en un asno “toda la ciudad se conmovió, diciendo: ¿Quién es éste? Y la gente decía: Este es Jesús el profeta, de Nazaret de Galilea.” (Mateo 21:10-11). Una vez, después de dirigirse a los sacerdotes supremos y los fariseos en parábolas ” entendieron que hablaba por ellos. Pero al buscar como echarle mano, temían al pueblo, porque éste le tenía por profeta”. (Mateo 21:45,46). En otra ocasión, Jesús se compadece al entrar en una ciudad y ver a un muerto siendo cargado, era el hijo único de una viuda. Jesús manda al hombre levantarse y éste lo hace. la multitud reunida queda sorprendida “y glorificaban a Dios diciendo: Un gran profeta se ha levantado entre nosotros” (Lucas 7:16). En otro episodio, después de que Jesús curó a un ciego en sábado, la gente se dividió y preguntaron al ciego “¿Qué dices tu del que te abrió los ojos? Y el dijo: Que es profeta.” (Juan 9:17). En otro lugar leemos, que, después de hallarse la tumba de Jesús vacía, Jesús se aparece a dos hombres que viajaban a una aldea cerca de Jerusalén:

“Sucedió que mientras hablaban y discutían entre sí, Jesús mismo se acercó, y caminaba con ellos. Mas los ojos de ellos estaban velados para que no le conociesen, y les dijo: ¿Qué pláticas son estas que tenéis entre vosotros mientras camináis, y por qué estáis tristes? Respondiendo uno de ellos, que se llamaba Cleofas, le dijo: ¿eres tu el único forastero en Jerusalén que no has sabido las cosas que en ella han acontecido en estos días? entonces él les dijo:¿Qué cosas? Y ellos le dijeron: De Jesús el Nazareno, que fue profeta, poderoso en obra y en palabra delante de Dios y de todo el pueblo.”  (Lucas 24:15-19)

          Está claro que mucha gente consideraba a Jesús un profeta. Y este último pasaje, ocurrido al final del ministerio de Jesús, es especialmente revelador; porque viene después de que el hizo milagros, de que desafió al Imperio Romano y a los líderes de la Sinagoga; después de dejar a las multitudes sus palabras de sabiduría y esperanza de un reino “no de este mundo”; y después de que todos pensaron que se había muerto. Después de que él hizo todas estas cosas alguien resume su vida y obras... y toda la gente le consideraba un profeta.

 Los “hijos” de Dios

          Se ha dado a Jesús una posición mucho más alta de la que pudo imaginar jamás. Esto se debe a una perpetua mala comprensión de las escrituras del Antiguo Testamento. Un análisis detallado del Antiguo y el Nuevo Testamento nos revelará lo que Jesús realmente quiso decir cuando dijo que era hijo de Dios[56].

          Los judíos vinieron a Jesús pidiéndole que les dijera directamente si era el ungido. El les explica que las cosas que él realizó en nombre de su padre son testimonio de que él es el ungido. Concluye diciéndoles:

“Yo y el Padre uno somos”. Entonces los judíos volvieron a tomar piedras para apedrearle. Jesús les respondió: Muchas buenas obras os he mostrado de mi Padre; ¿Por cuál de ellas me apedreáis? Le respondieron los judíos, diciendo: Por buena obra no te apedreamos, sino por la blasfemia, porque tú, siendo hombre, te haces Dios. Jesús les respondió: ¿No está escrito en vuestra ley: Yo dije, dioses sois? Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios (Y la escritura no puede ser quebrantada), al que el padre santificó y envió al mundo, vosotros decís: Tú blasfemas, porque dije: Hijo de Dios soy?”(Juan 10:30-36)

 Los judíos malinterpretaron sus palabras cuando dijo: “Yo y el Padre uno somos”. Ellos asumieron que Jesús estaba igualándose con Dios, lo cual no era cierto. El trataba de decirles que él y Dios eran, figurativamente, uno en propósito. esto es ilustrado en otro pasaje cuando Jesús ora por sus discípulos. El pide a Dios que ellos sean uno en propósito; de la misma manera que él y Dios son uno en propósito. Dice: “…para que sean uno, así como nosotros somos uno. Yo en ellos y tú en mí, para que sean perfectos en unidad, para que el mundo conozca que tú me enviaste”. (Juan 17:22-23). ¿Qué es lo que Jesús quiso decir cuando pidió[57] para que sus discípulos sean uno? Ciertamente, el no quiso decir que ellos sean iguales en un sentido metafísico, sino que estén unidos al transmitir el mensaje que él les encargó, del mismo modo que Jesús transmitió el mensaje que recibió de Dios.[58]

          La explicación que Jesús da en el primer pasaje, también nos aclara que Jesús no dijo que él es el Hijo de Dios literalmente. El estaba usando el título metafórico que es dado a los profetas y reyes en el Antiguo Testamento. La escritura a la cual se refirió Jesús está en Salmos 82:6,7. en un sentido metafórico, Jesús se considera a sí mismo, uno de los “hijos de Dios”. Los traductores de la Biblia han malinterpretado estas palabras; las han enfatizado aumentándoles las mayúsculas; las sacaron de contexto y las convirtieron en un título de “Hijo de Dios”, el cual Jesús mismo habría considerado una blasfemia.

          Hay muchos otros lugares en la Biblia donde seres humanos son descritos como “hijos de Dios”. En el Antiguo Testamento tenemos: Gen. 6:2; Ex. 4:22; Deut. 14:1; 1 Cro. 22:10; Job 1:6; Jeremías 31:9. También en el Nuevo Testamento: Mateo 5:9 y finalmente en Lucas 3:38, Adán es llamado “hijo de Dios”. Es fácil ver que el título “hijo de Dios” no se usaba en sentido literal y no se usó solamente para Jesús; era comúnmente usado para describir a aquellos cercanos a Dios.

          Hay muchos sucesos históricos, registros de malinterpretaciones y dudas que afectan la autenticidad del Nuevo Testamento y los libros escogidos para representar el ministerio de Jesús. Se puede dar muchas interpretaciones alternativas del ministerio de Jesús, opuestas a las tradicionales. Si Jesús era solo un profeta y no un dios; ¿Cuál era entonces su propósito? y entonces... ¿Quién es Dios? El Islam ofrece una respuestas a éstas preguntas. Con un mejor entendimiento del Islam se puede apreciar mejor el cristianismo y el judaísmo. La piedra angular para comprender el judaísmo, el cristianismo y el Islam está en el siguiente pasaje del Nuevo Testamento:

“...uno de los escribas que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Jesús le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye Israel: El Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas...Entonces el escriba le dijo: Bien, Maestro, verdad has dicho, que uno es Dios y no hay otro fuera de Él...” (Marcos 12:28-32)

          El judaísmo, el cristianismo y el Islam comparten un punto de partida común, estas tres religiones afirman que hay un solo Dios, que El es omnipotente, Omnisapiente y Omnipresente. Las tres religiones mantienen que Dios es Quien se comunicó a través de Noé, Abraham, Moisés, Salomón, Jacob, David y otros profetas. Además; muchas de las doctrinas de las tres religiones son iguales. por ejemplo, todas creen que los cielos y la tierra son creación de Dios, que existen los ángeles, así como existe Satán y sus seguidores, que habrá un día del Juicio final, que habrá un Paraíso para los recompensados y un Infierno para los castigados; y que solo dios puede perdonar los pecados.

          Sin embargo hay algunas creencias que son compartidas por el Islam y el cristianismo. El Nuevo Testamento y el Corán, Libro Sagrado del Islam, ambos afirman que Jesús fue un profeta y que nació de una virgen, ambos mantienen que Jesús recibió el evangelio y que efectuó varios milagros y signos. Más aún, cristianos y musulmanes creen que Jesús será un signo de la llegada de la hora del juicio. Pero la diferencia mayor entre el Islam y el Cristianismo, a la vez que es el punto más conflictivo, es que los cristianos creen que Jesús es Dios y que los musulmanes creen que Jesús era sólo un profeta de Dios. Para un musulmán es una grave blasfemia, y degradar la majestad de Dios, decir que Jesús era Hijo de Dios y que Jesús es Dios. Los musulmanes creen que Jesús vino, como un profeta de Dios, para recordar a su gente que deben tener fe en Dios y obedecerle. El Corán dice:

“E hicimos que tras ellos, siguiendo sus huellas, viniera Jesús, hijo de María, confirmando aquello que ya estaba en la Torá. Y le dimos el evangelio (Inyil) en el que había guía, luz y una confirmación de lo que ya estaba en la Torá, así como guía y amonestación para los temerosos”. (Corán 5:46)

          Este versículo coincide con las palabras de Jesús en el Nuevo Testamento:

“No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar sino para cumplir.” (Mateo 5:17)

          A pesar de haber muchas partes del Nuevo Testamento que son parte de la creencia de los musulmanes; los musulmanes no creen que el Nuevo Testamento sea la palabra de Dios revelada. Los musulmanes creen que el evangelio fue comunicado por dios a Jesús en su forma pura y original. Pero el evangelio fue malinterpretado y/o malinterpretado al tiempo de compilarse todo en un solo volumen.

          Los musulmanes reconocen los registros históricos de la crucifixión, pero no creen que Jesús haya sido crucificado. El Corán enseña que Jesús no fue crucificado ni muerto por los judíos, pero que hubo ciertas circunstancias que aparentemente produjeron esa impresión en la mente de los enemigos del Mesías. El Corán dice:

“Y por haber dicho: Matamos al Ungido, hijo de María, mensajero de Allah. Pero aunque así lo creyeron, no lo mataron ni lo crucificaron, y los que discrepan sobre él, tienen dudas y no tienen ningún conocimiento de lo que pasó, solo siguen conjeturas. pues con toda certeza que no lo mataron”. (Corán 4:157)

          Algunos eruditos sostienen que la muerte de Jesús en la cruz fue solo aparente, una ilusión, otros creen que en la cruz había alguien más con las facciones de Jesús. En Juan 20, se nos dice que Jesús mismo apareció irreconocible luego de la crucifixión. esto ocurre cuando María Magdalena fue al sepulcro, cuando lo halló abierto y vacío; empezó a llorar, de pronto se dio vuelta y vio a Jesús de pie, pero no supo que era Jesús; asumió que era el jardinero; habló brevemente con él y solo cuando Jesús mencionó su nombre ella lo reconoció.

          Los musulmanes creen que Dios mandó a Muhammad, un profeta, para difundir el mensaje del Islam a toda la humanidad. Las enseñanzas básicas del Islam están contenidas en el Corán. El Islam es la confirmación y la continuación del mensaje dado a Jesús y a los demás profetas y mensajeros de Dios.



[1] Bruce, The New Testament Documents, p. 22.

[2] Pagels, The Gnostic Gospels, p.xv.

[3] Baigent and Leigh, The Dead Sea Scrolls Deception, p.36.

[4] Idem. Sobre la historia de la Comisión Bíblica Pontificia en su lucha contra el Modernismo, Cap. 6.

[5] Idem.,pp.119,120.

[6] New Catholic Encyclopedia, vol.xi, p. 551.

[7] Benjamin Wambacq, “The Historical Truth of the Gospels”, The tablet, mayo 30 de 1964,p.619.

[8] Baigent and Leigh, ob.cit.,p.120.

[9] Yusseff, The dead sea Scrolls, The Gospel of Barnabas, and The New Testament, p.101.

[10] Todas las citas bíblicas son de la “Santa Biblia”, Traducción de Reina y Valera, Versión Revisada 1960, Corea 1992.

[11] Bruce, ob.cit., p.31.

[12] Baigent and Leigh and Lincoln, Holy Blood, Holy grail, pp.327-329.

[13] Schonfield, Those incredible Christians, pp.135-137.

[14] Eusebio, La Historia de la Iglesia, The History of the Church, p.202. Inglés.

[15] Idem. pp 88.89.

[16] Idem, p 240.

[17] Idem,p.91.

[18] Baigent, Leigh,and Lincoln, Holy Blood, Holy Grail, pp.322-327. Adaptado en parte.

[19] Maccoby, Revolution in Judaea,p.99.

[20] Baigent, Leigh, and Lincoln, The Messianic Legacy,pp26-32. Adaptado en parte

[21] Santa Biblia, Miqueas, 5:1-2.

[22] Baigent, Leigh and Lincoln, The Messianic Legacy, pp.30-31.

[23] La historia del Jesús carpintero se basó en Marcos 6:3. Sin embargo, el Dr. Geza Vermes de la Universidad de Oxford, en “Jesús el judío”, nos ilustra el sentido metafórico comúnmente usado en las expresiones carpintero y hijo de carpintero, en la literatura judía antigua, pp.21-22.

[24] Baigent, Leigh and Lincoln, Holy blood, Holy Grail,pp.360-369. Adaptado en parte.

[25] Nota del T.: Divinizar, convertir a un hombre en dios. Después de Julio César varios emperadores adquirieron el nivel de dioses y eran adorados como tales.

[26] Chadwik, The Early Church, p.125.

[27] Goodenough, Jewish Simbols, Vol. 7, p.128ff.

[28] Halsberghe, The Cult of Sol Invictus, El autor explica que este culto fue traído a Roma en el siglo III EC por el Emperador Elagabalus. Cuando Aureliano introdujo su reforma religiosa, era, de hecho, un restablecimiento del culto al Sol Invicto en la forma en que fue originalmente introducido.

[29] La votación fue 218 a favor y 2 en contra. después se pronunció que el Hijo era igual al Padre.

[30] No sería hasta el año 384 que el Obispo de Roma se designaría a sí mismo Papa por primera vez.

[31] Existe la posibilidad de que se descubran algunos anteriores. En 1976, se descubrió un gran depósito de manuscritos antiguos en el monasterio de Santa Catalina en el Monte Sinaí. El descubrimiento se mantuvo en secreto hasta que lo publicó un periódico alemán en 1978. Hay miles de fragmentos, algunos anteriores al año 300 EC, incluyendo ocho páginas que faltaban del Códice Sinaítico en el Museo Británico. Los monjes que vigilan este material, solo han permitido el acceso a un erudito griego. Ver: International Herald Tribune, 27 de Abril de 1978.

[32] Baigent y Leigh, The Dead Sea Scrolls Deception,p.180-187.Adaptado en parte.

[33] Baigent, Leigh y Lincoln, The Messianic Legacy, pp.70-72.

[34] Baigent y Leigh, ob.cit.,p.203.

[35] Idem,p.251.

[36] N. del T.: Es bastante extraño que Pablo aparezca como un fanático saduceo trabajando para los sacerdotes saduceos en Hechos 26:12; pues en Hechos 26:5 se nos dice que vivió su vida como fariseo. Sabiendo la gran diferencia y enemistad entre saduceos y fariseos nos asaltan las siguientes preguntas: ¿A qué grupo pertenecía Pablo realmente? ¿Estaba con ambos? ¿En qué momento cambió de bando y se unió a los aliados de los romanos?

[37] N.T.: En su libro “Pablo y la alteración del Cristianismo” (versión en árabe, Instituto Internacional de Estudios Humanísticos, 1991) pp 35-44; Haim Maccoby sugiere que Pablo realmente no tenía ninguna autorización, sino que iba en una misión no oficial para secuestrar o asesinar a algunos nazarenos, esto lo basa en los problemas que Pablo tuvo con las autoridades sirias y en el hecho de que Siria no era ni siquiera un dominio romano.

[38] N.T. Sk. Md. Abdul Hayee, en su libro “In search for the Truth” sugiere que el incidente en sí es un invento de Pablo, o Lucas, debido a las tres diferentes y contradictorias versiones del incidente que nos muestran: Hechos 9:7; Hechos 22:9 y Hechos 26:14.pp 19-20 del citado libro, edición inglesa, 1992, Chowkash, Dhaka.

[39] Baigent, Leigh y lincoln, ob.cit.,pp74,75. Existe la posibilidad de que Pablo no haya ido a Damasco, pero sí al monasterio de Qumran, pues la comunidad de allí se refería a su lugar como ‘la tierra de Damasco’ (Eisenman, Macabeos...,p.27 y p. 69, nota 122) En una conferencia titulada “Pablo el Herodiano”, el profesor Eisenman, expone a un Pablo como agente de los saduceos de Herodes, y enemigo de todo lo que Santiago y los Zadoqueos defendían. Su presencia en la comunidad nazarena, tal vez Qumran, sería con fines de espionaje o provocación.

[40] Eisenman, James the Just in the Habakkuk Pesher,pp.30-32.

[41] N.T.: Esto es clara evidencia de que Pablo en ningún momento perteneció a la dirigencia de la Iglesia Primitiva formada por los apóstoles de Jesús.

[42] N.T.: No es de extrañarse, pues este autor es Lucas, discípulo y compañero de Pablo “Hizo un libro con el evangelio predicado por éste”. Biblia Latinoamericana, Ediciones Paulinas, Madrid, 1989, p. 3, Introducción al Nuevo Testamento.

[43] N.T.: Tal vez porque la Ley es de Dios y no corresponde a ningún ser humano dar concesiones con respecto a la Ley Divina. Santiago, apóstol y Primer Jefe de la Iglesia, lo sabía muy bien.

[44] Eisenman, James the Just in the Habakkuk Pesher, idem.

[45] N.T.: Una actitud muy extraña, viniendo de un “Santo Apóstol del Señor” y ‘Padre de la Iglesia’, en especial porque dirige sus ataques a los apóstoles que, a diferencia de el, si vieron a Jesús y fueron elegidos por él. El ataque se repite en otros lugares del Nuevo Testamento, ¡Cualquiera diría que quería desprestigiarlos para ocupar sus lugares a la cabeza de la Iglesia!

[46] N.T.: Es interesante ver desde 2:17 hasta el fin del capítulo; ‘Santiago’ repite varias veces que la fe sin obras está muerta, es imperfecta. Esto coincide con la posición del Islam al respecto.

[47] N.T.:  Algo que Pablo no tenía, ni de lejos.

[48] Eisenman se refiere a la actitud sicológica demostrada por Pablo en su primera carta a los corintios, donde, entre otros preceptos, explica su extraña necesidad de ‘ganar’: “Por lo cual, siendo libre de todos me he hecho siervo de todos para ganar a mayor número. Me he hecho a los judíos como un judío, para ganar a los judíos...a los que están sin ley, como si yo estuviera sin ley...¿No sabes que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis.” (Primera Corintios, 9:19-27)

[49] Extrañamente, la gente más cercana a Jesús durante su ministerio.

[50] Eisenman, ob.cit., ver también p.57 nota 39 (Donde Eisenman repasa la “Difamación de Pablo contra la jerarquía de Jerusalén” en sus cartas).

[51] Eisenman, ob.cit., p.3.

[52] N.T.: Algo que ¿por coincidencia? vivimos hoy los musulmanes. Tal vez la historia es verdaderamente una gran rueda que gira y gira; repitiéndose los mismos acontecimientos, pero con personajes diferentes. Sin embargo, parece que los musulmanes resistieron mucho más que la Iglesia Primitiva; ¿O es que la lucha de estos verdaderos seguidores de Moisés y Jesús la heredaron los musulmanes? A buen entendedor, pocas palabras.

[53] N.T.: Ver la introducción al Nuevo Testamento de la Biblia Latinoamericana, 1989. De como Lucas, autor de Hechos y del evangelio con su nombre, se tomó ‘alguna libertad’ con la palabra de Dios. pp. 2 y 3.

[54] N.T.: Es importante que recordemos ‘Cuanto’ podemos confiar en los comerciales y otros medios de mercadeo y publicidad. Basta observar y comparar las campañas políticas o publicitarias con las ‘campañas-prédicas’ de algunos cultos y sectas modernos.

[55]N.T. Considerando que el judaísmo era, a su vez, ‘una forma particular’ del Monoteísmo mandado por Dios en la antigüedad.

[56] Después de conocer tanta adiciones, omisiones y confusos relatos en la Biblia; uno llega a dudar, con toda razón, de que hayan sido palabras de Jesús en realidad, o si no fueron alguna adición o ‘libertad’ para con la Palabra de Dios.

[57] La pregunta obvia aquí es: Si Jesús fuese el Dios Único; ¿A quién oraba y pedía en éste texto???

[58] Si Pablo fue un verdadero apóstol; éste pedido de Jesús no fue respondido por Dios. Pues ya vimos que, después de la llegada de Pablo al cristianismo como “apóstol”, hay de todo entre él y los demás “apóstoles verdaderos”; hay de todo: Diferencias de credo, diferencias sobre la ley, luchas, intercambios de insultos y separación definitiva. Hubo de todo, menos la mencionada unidad. Tal vez la hubo entre los verdaderos apóstoles, claro, si Pablo no fuese ...apóstol.